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Una-tierra-prometida (1)

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seguían bloqueando y fanfarroneando en las sesiones con los miembros del

P5+1, insistiendo en que el propósito de sus reservas de uranio enriquecido

era exclusivamente civil. Esas declaraciones de inocencia eran espurias,

pero le daban a Rusia y a China excusas suficientes para seguir impidiendo

la posibilidad de que el Consejo de Seguridad considerara endurecer las

sanciones contra el régimen.

Seguimos presentando nuestros argumentos, y un par de nuevos

acontecimientos ayudaron a generar un cambio de actitud en Rusia. En

primer lugar, nuestro equipo de control de armas, hábilmente dirigido por el

experto en no proliferación nuclear Gary Samore, había trabajado con la

Agencia Internacional de Energía Atómica (IAEA) en una creativa

propuesta para corroborar las verdaderas intenciones de Irán. Mediante esa

propuesta, el régimen debía enviar sus reservas de uranio poco enriquecido

a Rusia, que debía procesarlas para convertirlas en uranio altamente

enriquecido. Rusia transportaría entonces este material a Francia, donde se

transformaría en un tipo de combustible que cumplía con las legítimas

necesidades civiles de Irán pero que no tenía posibles aplicaciones

militares. La propuesta era una medida provisoria: dejaba la arquitectura

nuclear de Irán en su sitio y no impedía que Irán enriqueciera más uranio en

el futuro. Pero agotar las reservas que en ese momento poseía postergaría la

«capacidad de éxito» durante casi un año, lo que nos daba tiempo para

negociar una solución más permanente. No menos importante era que la

propuesta convertía a Rusia en un aliado clave en la implementación del

plan y demostraba a Moscú nuestra disposición a agotar todos los caminos

posibles y razonables en lo referente a Irán. Durante el transcurso de la

AGNU, Rusia refrendó la idea; llegamos incluso a llamarla «la propuesta

rusa», lo que implicó que cuando finalmente Irán la rechazó en una reunión

del grupo P5+1 que se llevó a cabo poco más tarde aquel año en Ginebra,

no solo despreciaron a Estados Unidos. Despreciaron también a Rusia, uno

de los pocos defensores que les quedaban.

Las grietas en la relación de Irán con Rusia aumentaron cuando, durante

una reunión privada al margen de la AGNU, entregué a Medvédev y Lavrov

un impactante informe de inteligencia: habíamos descubierto que Irán

estaba a punto de terminar de construir una instalación secreta de

enriquecimiento de uranio, profundamente enterrada en una montaña cerca

de la ciudad antigua de Qom. Todas las características de la instalación —

tamaño, configuración y localización en una base militar— indicaban el

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