07.09.2022 Views

Una-tierra-prometida (1)

You also want an ePaper? Increase the reach of your titles

YUMPU automatically turns print PDFs into web optimized ePapers that Google loves.

Aún más, el poder de Putin no se apoyaba solo en la simple extorsión.

Era verdaderamente popular (sus índices de aprobación rara vez bajaban del

60 por ciento). Era una popularidad que hundía sus raíces en el anticuado

nacionalismo, la promesa de devolver a la madre Rusia su pasada gloria

para aliviar la sensación de caos y humillación que habían sentido muchos

rusos a lo largo de las dos décadas anteriores.

Putin podía vender esa imagen porque él mismo había sufrido esa

sensación. Nacido en una familia sin conexiones ni privilegios, ascendió

metódicamente por la escalera soviética; hizo la instrucción de reservista en

el Ejército Rojo, estudió Derecho en la universidad estatal de Leningrado,

hizo carrera en el KGB. Después de años de leal y eficaz servicio al Estado,

se aseguró un puesto de tamaño y respetabilidad moderada, solo para ver

cómo el sistema al que había dedicado su vida se hundía de la noche a la

mañana con la caída del Muro de Berlín en 1989. (En esa época estaba

destinado por el KGB en Dresde, en Alemania Oriental, y supuestamente se

pasó los siguientes días destruyendo archivos y haciendo guardia contra

posibles saqueadores.) Dio un rápido giro a la emergente realidad

postsoviética aliándose con el reformista democrático Anatoli Sobchak, su

mentor de la Escuela de Derecho que se convirtió en alcalde de San

Petersburgo. Pasó a la política nacional, y ascendió en la Administración

Yeltsin a una velocidad vertiginosa, utilizando su poder en toda una serie de

puestos —incluido el de director del Servicio Federal de Seguridad— para

conseguir aliados, repartir favores, acumular secretos y superar astutamente

a sus rivales. Yeltsin lo nombró primer ministro en agosto de 1999 y cuatro

meses más tarde —atrapado por los escándalos de corrupción, la mala

salud, un épico problema con la bebida y una historia de catastróficas malas

gestiones en la economía— sorprendió a todo el mundo dejando vacante su

despacho, lo que convirtió a un Putin de cuarenta y siete años en presidente

en funciones de Rusia. Aquello le otorgó la ventaja que necesitaba para ser

elegido para un mandato presidencial completo tres meses más tarde. (Una

de las primeras cosas que hizo fue garantizar a Yeltsin una amnistía total.)

En manos de gente astuta y despiadada, el caos demostró ser un don.

Pero ya fuera por instinto o por cálculo, Putin comprendió también el

anhelo de orden del pueblo ruso. Mientras pocas personas tenían interés en

regresar a los días de las granjas colectivas y las estanterías vacías en las

tiendas, muchos estaban cansados, asustados y ofendidos con quienes —

tanto en Rusia como en el extranjero— parecían haberse aprovechado de la

Hooray! Your file is uploaded and ready to be published.

Saved successfully!

Ooh no, something went wrong!