07.09.2022 Views

Una-tierra-prometida (1)

Create successful ePaper yourself

Turn your PDF publications into a flip-book with our unique Google optimized e-Paper software.

algo que había sido discutido durante mucho tiempo por los dirigentes de

Seguridad Nacional en Washington. Y, además de poner fin al libre albedrío

del Pentágono mientras durara mi presidencia, ayudó a reafirmar el

principio más amplio del control civil sobre la política de seguridad

nacional en Estados Unidos.

Aun así, la conclusión era que enviaría más gente joven a la guerra.

Anunciamos el despliegue previsto el 1 de diciembre en West Point, la

academia militar más antigua y distinguida de Estados Unidos. Esta, un

puesto del Ejército Continental durante la guerra de Independencia situado

algo más de una hora al norte de Nueva York, es un lugar hermoso, una

serie de estructuras de granito gris y negro dispuestas como una pequeña

ciudad sobre unas colinas verdes con vistas al ancho y ondulante río

Hudson. Antes de mi discurso, visité al director de West Point y vi algunos

de los edificios y terrenos que habían gestado a los líderes militares más

condecorados de Estados Unidos: Grant y Lee, Patton y Eisenhower,

MacArthur y Bradley, Westmoreland y Schwarzkopf.

Era imposible no sentirse honrado y conmovido por las tradiciones que

representaban aquellos hombres, el servicio y el sacrificio que habían

ayudado a forjar una nación, derrotar al fascismo y frenar el avance del

totalitarismo. Era igual de necesario recordar que Lee había liderado a un

Ejército Confederado que quería preservar la esclavitud y que Grant había

supervisado la matanza de tribus indias, que MacArthur había desafiado las

órdenes de Truman en Corea con efectos desastrosos y que Westmoreland

había sido uno de los artífices de una escalada en Vietnam que dejaría

cicatrices en toda una generación. Gloria y tragedia, valor y estupidez: una

serie de verdades no negaba la otra. Porque la guerra, al igual que la historia

de Estados Unidos, era contradicción.

El gran auditorio situado cerca del centro del campus de West Point

estaba lleno cuando llegué y, aparte de personalidades como Gates, Hillary

y los jefes del Estado Mayor Conjunto, el público estaba compuesto casi

por entero de cadetes. Llevaban uniforme, casaca gris con ribetes negros y

camisa blanca. El considerable número de negros, latinos,

asiáticoestadounidenses y mujeres entre sus filas ofrecía un testimonio

gráfico de los cambios que se habían producido desde que, en 1805, se

graduó la primera promoción en la escuela. Cuando subí al escenario

mientras una banda interpretaba los acordes protocolarios, los cadetes se

levantaron al unísono y aplaudieron. Y al mirar sus rostros, tan serios y

Hooray! Your file is uploaded and ready to be published.

Saved successfully!

Ooh no, something went wrong!