07.09.2022 Views

Una-tierra-prometida (1)

You also want an ePaper? Increase the reach of your titles

YUMPU automatically turns print PDFs into web optimized ePapers that Google loves.

Asociación Estadounidense del Corazón, mientras que una red comunitaria

de grupos de apoyo y voluntarios hizo horas extra para educar a la

ciudadanía y seguir presionando al Congreso. Anthem, una de las

aseguradoras más importantes de Estados Unidos, anunció un incremento

del 39 por ciento en las primas, lo cual recordó a la gente lo que no le

gustaba del sistema actual. Y cuando la Conferencia de los Obispos

Católicos de Estados Unidos anunció que no podría respaldar el proyecto de

ley (convencida de que el lenguaje que prohibía el uso de subsidios

federales para servicios de aborto no era lo bastante explícito), encontramos

un aliado inverosímil en la hermana Carol Keehan, una monja de sesenta y

seis años perteneciente a la sociedad apostólica Hijas de la Caridad de voz

pausada y siempre alegre que dirigía los hospitales católicos de la nación:

no solo se distanció de los obispos al insistir en que la aprobación del

proyecto de ley era vital para que su organización pudiera cuidar de los

enfermos, sino que inspiró a las líderes de órdenes y organizaciones de

mujeres católicas, que representaban a más de cincuenta mil monjas

estadounidenses, a firmar una carta pública de apoyo.

«Me encantan las monjas», les dije a Phil y Nancy-Ann.

Pese a todo ese trabajo, según nuestros cálculos aún nos faltaban diez

votos para la aprobación. La opinión pública estaba sumamente dividida. La

prensa se había quedado sin noticias frescas sobre las que escribir. Ya no

había gestos dramáticos ni alteraciones que pudieran hacer la política más

fácil. En ese momento, el éxito o el fracaso dependían por completo de las

decisiones de una treintena de demócratas de la Cámara que representaban a

distritos disputados y a los que muchos les decían que un voto a favor de la

Ley de Protección al Paciente y Cuidado de Salud Asequible les costaría su

escaño.

Me pasaba gran parte del día hablando con cada uno de esos miembros

individualmente, a veces en el despacho Oval y con más frecuencia por

teléfono. A algunos solo les interesaba la política y seguían de cerca los

sondeos de su distrito, así como las cartas y llamadas telefónicas de los

electores. Yo intenté presentarles una valoración honesta: que el apoyo a la

ley de reforma sanitaria mejoraría una vez aprobada, aunque tal vez no

ocurriría hasta pasadas las elecciones de medio mandato; que un voto

negativo tenía más posibilidades de decepcionar a los demócratas que de

ganarse a los republicanos e independientes; y que, hicieran lo que hicieran,

Hooray! Your file is uploaded and ready to be published.

Saved successfully!

Ooh no, something went wrong!