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Una-tierra-prometida (1)

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perspectivas de reelección de los demócratas que se presentaban en los

distritos disputados, a muchos de los cuales había reclutado y apoyado

personalmente en su elección, por no hablar de cómo podría perjudicar mis

propias perspectivas en 2012. Cuando debatimos nuestras opciones en una

reunión de altos cargos de mi gabinete, Rahm aconsejó que intentáramos

llegar a un acuerdo con los republicanos, aunque fuera para sacar adelante

una ley significativamente recortada que, por ejemplo, permitiera que las

personas de entre sesenta y sesenta y cinco años también pudieran acogerse

a Medicare (en ese momento solo podían hacerlo los mayores de sesenta y

cinco), o ampliara la cobertura del Programa de Seguro Médico Infantil.

«No será todo lo que usted quería, señor presidente —argumentó—. Pero

aún ayudará a mucha gente, y nos dará mayores probabilidades de avanzar

en el resto de su agenda.»

Algunos de los presentes estuvieron de acuerdo. Otros consideraban que

era demasiado pronto para claudicar. Tras repasar sus conversaciones en el

Capitolio, Phil Schiliro dijo que él creía que aún existía una posibilidad de

aprobar la ley completa con solo los votos demócratas, aunque admitió que

no era una apuesta segura.

—Pienso que la pregunta para usted, señor presidente, es: ¿cree que la

suerte está de su parte?

Lo miré y sonreí.

—¿Dónde estamos, Phil?

Phil vaciló, dudando de si era una pregunta capciosa.

—¿En el despacho Oval?

—¿Y cómo me llamo?

—Barack Obama.

Sonreí.

—Barack Hussein Obama. Y estoy aquí contigo en el despacho Oval .

Hermano, yo siempre creo que la suerte está de mi parte.

Les dije a los miembros del equipo que íbamos a mantener el rumbo.

Pero, sinceramente, mi decisión no tuvo mucho que ver con lo satisfecho

que pudiera sentirme. Rahm no se equivocaba con respecto a los riesgos, y

quizá en un entorno político distinto, y sobre un tema diferente, podría

haber aceptado su idea de negociar con los republicanos para al menos

sacar algo. Sin embargo, en este tema concreto no veía el menor indicio de

que los líderes republicanos estuvieran dispuestos a tendernos la mano.

Estábamos heridos, sus bases querían sangre, y daba igual cuán modesta

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