07.09.2022 Views

Una-tierra-prometida (1)

You also want an ePaper? Increase the reach of your titles

YUMPU automatically turns print PDFs into web optimized ePapers that Google loves.

en catres endebles, carentes de antisépticos para contener infecciones o

medicamentos para tratar el dolor, el hedor a gangrena en el ambiente, el

estrépito y los resuellos de la muerte inminente.

Me preguntaba cómo lo había gestionado Lincoln, qué oraciones decía

después. Debía de saber que era una penitencia necesaria, una penitencia

que yo también tenía que cumplir.

A pesar de lo absorbentes que eran la guerra y la amenaza del terrorismo,

otros asuntos de política exterior también requerían mi atención, incluida la

necesidad de abordar los efectos internacionales de la crisis económica. Ese

fue el tema principal de mi primer viaje largo al extranjero, cuando visité

Londres en abril para la cumbre del G20 y luego la Europa continental,

Turquía e Irak en ocho días.

Antes de 2008, el G20 no era más que una reunión anual de ministros de

Economía y directores de bancos centrales que representaban a las veinte

economías más grandes del mundo para intercambiar información y tratar

detalles rutinarios de la globalización. El presidente de Estados Unidos

reservaba su asistencia para el G8, este más exclusivo. Se trata de un

encuentro anual de los líderes de las siete economías más grandes del

mundo (Estados Unidos, Japón, Alemania, Reino Unido, Francia, Italia y

Canadá), además de Rusia (que, por motivos geopolíticos, Bill Clinton y

Tony Blair, el primer ministro británico, habían insistido en incluir en

1997). Esto cambió cuando, tras la caída de Lehman, el presidente Bush y

Hank Paulson, en un movimiento muy inteligente, invitaron a los líderes de

todos los países del G20 a una reunión de urgencia en Washington, lo cual

equivalía a reconocer que, en el mundo interconectado actual, una gran

crisis económica requería una coordinación lo más amplia posible.

Al margen de un vago compromiso para «llevar a cabo las acciones que

fueran necesarias» y un acuerdo para reunirse de nuevo en 2009, de la

cumbre del G20 en Washington apenas habían surgido medidas concretas.

Pero, dado que casi todas las naciones estaban a punto de entrar en recesión

y se preveía una contracción del 9 por ciento en el comercio global, mi

misión para la cumbre de Londres era unir a los dispares miembros del G20

en torno a una respuesta conjunta rápida y agresiva. El criterio económico

estaba claro: durante años, el gasto de los consumidores estadounidenses

(acelerado por las deudas de tarjetas de crédito y las segundas hipotecas)

Hooray! Your file is uploaded and ready to be published.

Saved successfully!

Ooh no, something went wrong!