07.09.2022 Views

Una-tierra-prometida (1)

You also want an ePaper? Increase the reach of your titles

YUMPU automatically turns print PDFs into web optimized ePapers that Google loves.

un entorno tan complejo, necesitamos a alguien con otras aptitudes. Señor

presidente, no podría conciliar el sueño si no procurara que nuestros

soldados estuvieran liderados por el mejor comandante posible, y estoy

convencido de que Stan McChrystal es esa persona.»

Era fácil ver por qué Gates tenía tan alto concepto de McChrystal. En el

ejército de Estados Unidos, los miembros de Operaciones Especiales eran

considerados una raza aparte, una clase de guerreros de élite que llevaban a

cabo las misiones más difíciles en las circunstancias más peligrosas; los

hombres que en las películas descienden haciendo rappel de los

helicópteros sobre territorio enemigo o realizan desembarcos anfibios en la

oscuridad. Y en ese exaltado círculo, nadie despertaba más admiración y

lealtad que McChrystal. Tras licenciarse en West Point, había destacado a lo

largo de sus treinta y tres años de carrera profesional. Como comandante

del JSOC, había ayudado a convertir Operaciones Especiales en un

elemento crucial de la estrategia de defensa estadounidense y había

supervisado personalmente docenas de operaciones antiterroristas que

desmantelaron buena parte de Al Qaeda en Irak y acabaron con la vida de

su fundador, Abu Musab al Zarqaui. Corría el rumor de que, a sus cincuenta

y cuatro años, seguía entrenándose con comandos a los que doblaba la edad,

y por su apariencia cuando pasó por el despacho Oval con Gates para una

visita de cortesía, me lo creí. Era todo músculo, nervio y huesos, con un

rostro alargado y anguloso y una mirada penetrante. De hecho, el porte de

McChrystal era el de quien ha erradicado la frivolidad y las distracciones de

su vida. Al menos conmigo, eso también incluía las trivialidades, y durante

nuestra conversación se limitó a decir «sí, señor», «no, señor» y «estoy

convencido de que podremos hacer el trabajo».

Me convenció. Cuando anunciamos el cambio, fue bien recibido, y los

comentaristas establecieron paralelismos entre McChrystal y David

Petraeus, innovadores en el campo de batalla que podían darle la vuelta a

una guerra. La confirmación del Senado fue rápida y a mediados de junio,

mientras McChrystal (ahora un general de cuatro estrellas) se preparaba

para asumir el mando de las fuerzas de coalición en Afganistán, Gates le

pidió que nos proporcionara una nueva evaluación integral de las

condiciones sobre el terreno en un plazo de sesenta días, además de

recomendaciones para cualquier cambio de estrategia, organización o

abastecimiento de la campaña de la coalición.

No imaginaba lo que supondría aquella petición aparentemente rutinaria.

Hooray! Your file is uploaded and ready to be published.

Saved successfully!

Ooh no, something went wrong!