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Una-tierra-prometida (1)

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completo se movilizó para construir un arsenal para la democracia, para

acabar con la depresión de una vez por todas. Pero el New Deal había

impedido que las cosas fuesen a peor, y la mayoría de los economistas

aceptó la teoría keynesiana, incluidos los conservadores (aunque los

economistas de tendencias republicanas casi siempre se han inclinado por

unos estímulos en forma de recortes de impuestos más que por programas

de gasto público).

De modo que necesitábamos un paquete de estímulos. ¿Cuán grande

tenía que ser para conseguir el impacto necesario? Antes de las elecciones

habíamos propuesto lo que se había considerado entonces un ambicioso

programa de 175.000 millones de dólares. Inmediatamente después de las

elecciones, y viendo hasta qué punto habían empeorado los datos, lo

habíamos aumentado a 500.000 millones. Ahora el equipo recomendaba

una cifra incluso mayor. Christy mencionó un billón de dólares, lo que

provocó que Rahm escupiera como un dibujo animado que acaba de comer

una comida asquerosa.

—Ni de puta coña —dijo Rahm—. Después de la ira que había

despertado en la gente los cientos de miles de millones de dólares que se

habían gastado en el rescate financiero a los bancos —dijo—, cualquier

cifra como esa sería un imposible para muchos demócratas, por no hablar

de los republicanos.

Yo me volví hacia Joe, que asintió en silencio.

—¿Qué podemos conseguir aprobar? —pregunté yo.

—Setecientos, ochocientos mil millones como mucho —dijo Rahm—, y

ya es una exageración.

Estaba también la cuestión de cómo se emplearía el dinero de los

estímulos. De acuerdo con Keynes, no importaba demasiado en qué lo

gastara el Gobierno, siempre y cuando generara actividad económica. Pero

como era bastante probable que los niveles de gasto de los que estábamos

hablando impidieran financiar otras prioridades en el futuro, presioné al

equipo para que pensara en proyectos de alto nivel y muy productivos;

versiones modernas del sistema de autopistas interestatales o la Autoridad

del Valle de Tennessee para que no solo diera a la economía el inmediato

empujón que necesitaba, sino que también pudiera transformar el panorama

económico estadounidense a largo plazo. ¿Qué tal una red eléctrica

inteligente que permitiera que la electricidad llegara de una forma más

segura y eficiente? ¿O un sistema de control de tráfico aéreo especialmente

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