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Una-tierra-prometida (1)

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mayoristas ya se habían quedado en el camino. GM y Chrysler llevaban el

mismo rumbo. A diario las noticias informaban de despidos en masa en

compañías de primera categoría como Boeing o Pfizer. Según Christy, todo

apuntaba a que nos dirigíamos a la mayor recesión desde 1930, con unas

pérdidas de empleo —solo en noviembre se estimaban en 533.000—

probablemente peores.

—¿Cómo de peores? —pregunté yo.

—No estamos seguros —interrumpió Larry— es muy posible que

millones.

Explicó luego que el desempleo solía ser un «barómetro de la caída»,

dando a entender que la cantidad total de las pérdidas de puestos de trabajo

en las recesiones no se mostraban directamente, y que por lo general

continuaban mucho después de que la economía empezara a crecer de

nuevo. Peor aún, parecía habitual que las economías se recuperaban con

mucha más lentitud de las recesiones provocadas por crisis financieras que

por aquellas generadas por las fluctuaciones en los ciclos de negocio. En

ausencia de una intervención rápida y agresiva por parte del Gobierno

federal, Larry calculaba que las probabilidades de una segunda Gran

Depresión eran «de una entre tres».

—Dios —murmuró Joe Biden.

Yo miré por la ventana de la sala de reuniones. Caía una intensa y

silenciosa nevada desde el cielo gris. En mi mente vi imágenes de

campamentos para personas sin hogar y gente haciendo cola para recibir un

plato de comida.

—De acuerdo —dije volviéndome hacia el equipo—, ya que es

demasiado tarde para pedir un recuento, ¿qué podemos hacer para reducir

esas posibilidades?

Nos pasamos las siguientes tres horas planeando nuestra estrategia. La

primera tarea era revertir el ciclo de contracción de la demanda. En una

recesión corriente una política monetaria habría sido la primera opción: al

bajar los tipos de interés, la Reserva Federal podía ayudar a que los bienes

fueran más accesibles, desde las casas hasta los coches o los

electrodomésticos. Tim explicó que, mientras el presidente de la Reserva

Federal, Ben Bernanke, estaba comprometido a probar una serie de

estrategias poco ortodoxas para extinguir el pánico financiero, la Reserva

Federal había gastado casi todas sus balas durante el transcurso del año

anterior: con unas tasas de interés cercanas a cero, ni los empresarios ni los

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