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Una-tierra-prometida (1)

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elecciones generales. A medida que el público comprendía mejor la

enormidad de la crisis, la idea de gastar miles de millones de dólares de los

contribuyentes en rescatar bancos imprudentes sin duda ocupaba, en

términos de popularidad, algún lugar entre el herpes zóster y Osama bin

Laden. Al día siguiente, el Tesoro, bajo la dirección de Paulson, previno las

catástrofes de Goldman Sachs y Morgan Stanley redefiniendo ambas

instituciones de forma que les permitiera a ellos crear bancos comerciales

aptos para solicitar protección federal. Aun así, incluso las compañías con

excelentes calificaciones crediticias de repente se vieron incapaces de pedir

el dinero que necesitaban para financiar operaciones cotidianas, y los

fondos del mercado monetario, antes considerados seguros y con tanta

liquidez como el mismo efectivo, estaban empezando a ceder.

Para los demócratas, habría sido fácil echarle la culpa de todo aquel

fiasco al gobierno, pero la verdad era más compleja. La desregularización

del sector financiero había comenzado con Clinton, y muchos congresistas

demócratas habían aplaudido el aumento de los índices de propiedad de la

vivienda durante la bonanza de las hipotecas subprime . Para los

republicanos que buscaban una reelección y ya tenían que hacerlo con un

presidente impopular y una economía en declive, la perspectiva de votar

más rescates a Wall Street parecía una invitación a cavar su propia fosa.

«Si necesitáis adoptar nuevas medidas —le dije a Paulson— me parece

que vuestro mayor problema va estar de vuestro lado, no del mío.»

Muchos republicanos se estaban quejando de que las intervenciones de la

Administración Bush en el sector bancario violaban el principio

conservador fundamental de un gobierno limitado. Acusaban a la Reserva

Federal de haberse excedido en sus funciones, y algunos hasta tuvieron el

descaro de criticar a las autoridades reguladoras del Gobierno por no haber

identificado antes los problemas en el mercado de las hipotecas subprime ,

como si ellos mismos no se hubiesen pasado los últimos ocho años

trabajando por debilitar cualquier regulación gubernamental con la que se

habían topado.

Hasta ese momento los comentarios públicos de John McCain habían

sido discretos, e insté a Paulson a que se mantuviera en estrecho contacto

con mi oponente a medida que se desarrollaran los hechos. Como candidato

republicano, no se podía permitir el lujo de distanciarse de Bush. De hecho,

su promesa de continuar con la mayor parte de las políticas económicas de

este había sido una de sus mayores debilidades. Durante las primarias había

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