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Una-tierra-prometida (1)

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Al comienzo del verano de 2008, el primer objetivo de nuestra campaña era

unificar el Partido Demócrata. Las prolongadas y traumáticas primarias

habían instaurado rencores entre el equipo de Hillary y el mío, y algunos de

sus más fervientes partidarios amenazaban con negarme su apoyo si no la

incluía en la candidatura.

Sin embargo, a pesar de las especulaciones en los medios sobre una

posible brecha irreparable, nuestra primera reunión tras las primarias, que

se llevó a cabo a principios de junio en Washington, en casa de nuestra

colega, la senadora Dianne Feinstein, resultó ser cortés y profesional,

relajada. Al principio ella se vio obligada a sacarse algunas espinas que

llevaba clavadas, relacionadas sobre todo con lo que según ella habían sido

ataques injustos por parte de mi campaña. Como ganador, me vi obligado a

guardarme mis propias quejas, pero no nos llevó demasiado tiempo aclarar

las cosas. En resumidas cuentas, ella quería colaborar; por el bien del

Partido Demócrata, y por el bien del país.

Puede que también le ayudara percibir mi sincera admiración. A pesar de

que había decidido que en última instancia incluirla en la candidatura iba a

generar demasiadas complicaciones (como la incomodidad de tener a un

expresidente dando vueltas por el Ala Oeste sin una cartera asignada),

estaba pensando en un papel distinto para ella en la Administración Obama.

No era capaz de decir qué pensaba Hillary de mí. Pero si albergaba alguna

duda sobre mi capacidad para enfrentarme a la tarea que tenía por delante,

se la guardó para ella. Desde nuestra primera aparición pública juntos unas

semanas más tarde, en un pequeño pueblo de New Hampshire llamado

Unity (cursi, pero efectivo), hasta el final de la campaña, tanto ella como

Bill hicieron todo lo que les pedimos siempre con energía y una sonrisa.

Con Hillary a bordo, el equipo y yo nos pusimos a trabajar en el diseño

de nuestra estrategia electoral más amplia. Al igual que las primarias y las

designaciones de candidatos, las elecciones presidenciales son como un

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