Una-tierra-prometida (1)
siempre, incluso cuando me pasaba una semana entera sin verlas. Pensé enel talento y el enfoque de Axe y de Plouffe, y del resto del equipo sénior,que nunca habían dado la menor impresión de estar haciendo lo que hacíanpor dinero o por poder, y como frente a una presión constante se habíanmostrado leales no solo a mí y entre ellos, sino a la idea de que EstadosUnidos fuera un país mejor. Pensé en amigos como Valerie, Marty y Eric,que compartían mis alegrías y aliviaban mi carga en cada paso, sin pedirnada a cambio. Y en los jóvenes activistas de campaña y voluntarios quehabían hecho frente al mal tiempo sin vacilar, a los votantes escépticos y alos tropiezos de su candidato.Había pedido algo muy difícil a los estadounidenses: que depositaran suconfianza en un joven e inexperto recién llegado. No solo un hombre negro,sino alguien cuyo propio nombre evocaba una historia de vida que parecíaextraña. En repetidas ocasiones les había dado motivos para no apoyarme.Había habido debates irregulares, posicionamientos poco convencionales,meteduras de pata y hasta un pastor que había maldecido a los EstadosUnidos de América. Y me había medido con una contrincante que habíaprobado tanto su capacidad como su entereza.A pesar de todo, me habían dado una oportunidad. En medio del ruido yel parloteo del circo político habían atendido a mi llamada para hacer algodistinto. Incluso a pesar de no haber dado en todo momento lo mejor de mí,ellos habían sabido ver qué era lo mejor que les podía ofrecer: una voz queinsistía en que, a pesar de nuestras diferencias, nos mantuviéramos unidoscomo un solo pueblo, y que juntos, los hombres y las mujeres de buenavoluntad podíamos encontrar el camino hacia un futuro mejor.Me prometí no decepcionarles.
8Al comienzo del verano de 2008, el primer objetivo de nuestra campaña eraunificar el Partido Demócrata. Las prolongadas y traumáticas primariashabían instaurado rencores entre el equipo de Hillary y el mío, y algunos desus más fervientes partidarios amenazaban con negarme su apoyo si no laincluía en la candidatura.Sin embargo, a pesar de las especulaciones en los medios sobre unaposible brecha irreparable, nuestra primera reunión tras las primarias, quese llevó a cabo a principios de junio en Washington, en casa de nuestracolega, la senadora Dianne Feinstein, resultó ser cortés y profesional,relajada. Al principio ella se vio obligada a sacarse algunas espinas quellevaba clavadas, relacionadas sobre todo con lo que según ella habían sidoataques injustos por parte de mi campaña. Como ganador, me vi obligado aguardarme mis propias quejas, pero no nos llevó demasiado tiempo aclararlas cosas. En resumidas cuentas, ella quería colaborar; por el bien delPartido Demócrata, y por el bien del país.Puede que también le ayudara percibir mi sincera admiración. A pesar deque había decidido que en última instancia incluirla en la candidatura iba agenerar demasiadas complicaciones (como la incomodidad de tener a unexpresidente dando vueltas por el Ala Oeste sin una cartera asignada),estaba pensando en un papel distinto para ella en la Administración Obama.No era capaz de decir qué pensaba Hillary de mí. Pero si albergaba algunaduda sobre mi capacidad para enfrentarme a la tarea que tenía por delante,se la guardó para ella. Desde nuestra primera aparición pública juntos unassemanas más tarde, en un pequeño pueblo de New Hampshire llamadoUnity (cursi, pero efectivo), hasta el final de la campaña, tanto ella comoBill hicieron todo lo que les pedimos siempre con energía y una sonrisa.Con Hillary a bordo, el equipo y yo nos pusimos a trabajar en el diseñode nuestra estrategia electoral más amplia. Al igual que las primarias y lasdesignaciones de candidatos, las elecciones presidenciales son como un
- Page 135 and 136: de Michelle. Mis amigos de la infan
- Page 137 and 138: 6Nuestra victoria en Iowa por ocho
- Page 139 and 140: Fue una muestra infrecuente y since
- Page 141 and 142: curioso en el interior de nuestra c
- Page 143 and 144: distancia eran una especie de extra
- Page 145 and 146: negro, también me enseñó la enma
- Page 147 and 148: A pesar de todo eso, las actitudes
- Page 149 and 150: formas podías decidir hablar sobre
- Page 151 and 152: vitoreos y gritos por parte de sus
- Page 153 and 154: mayoría de los estadounidenses; se
- Page 155 and 156: presentación. Tenía unos ochenta
- Page 157 and 158: Todo aquello era en parte el result
- Page 159 and 160: tenían el poder, que fuera lo que
- Page 161 and 162: 7Con el apoyo de Carolina del Sur p
- Page 163 and 164: campaña de Howard Dean había pues
- Page 165 and 166: del Senado, engalanados con sus pin
- Page 167 and 168: me siento realmente orgullosa de mi
- Page 169 and 170: proteínas y cualquier otro product
- Page 171 and 172: Aun así, tener de repente a hombre
- Page 173 and 174: Aun así ella no aflojaba, incluso
- Page 175 and 176: instrumento quirúrgico más efecti
- Page 177 and 178: tarde se sintió un poco incómoda
- Page 179 and 180: —Cuando vas a uno de esos pequeñ
- Page 181 and 182: apoyos, los superdelegados podían
- Page 183 and 184: Unidos no puede superar lo de Wrigh
- Page 185: —Acabo de recibir nuestras cifras
- Page 189 and 190: ocasión) y jamás perdía la oport
- Page 191 and 192: Apunté que el que se la iba jugar
- Page 193 and 194: meseta sur de Afganistán. Las pequ
- Page 195 and 196: irresponsable, una especie de «apa
- Page 197 and 198: del viaje había sido diseñado par
- Page 199 and 200: estado allí para cuidarlas cuando
- Page 201 and 202: periodos como presidente del Comit
- Page 203 and 204: Le dije que era un compromiso que p
- Page 205 and 206: Missouri, y hablar de tonterías mi
- Page 207 and 208: siguiente, mientras caminaba hacia
- Page 209 and 210: También ayudó el hecho de que Pal
- Page 211 and 212: 9En 1993, Michelle y yo compramos n
- Page 213 and 214: Así eran las cosas a principios de
- Page 215 and 216: prestado; por no mencionar a los ve
- Page 217 and 218: En esa nueva economía en la que el
- Page 219 and 220: A pesar de las tempranas advertenci
- Page 221 and 222: sacar su dinero de IndyMac, un banc
- Page 223 and 224: confesado que no sabía demasiado d
- Page 225 and 226: hablando: cada día me preocupaba m
- Page 227 and 228: acuerdo— que nuestros directores
- Page 229 and 230: vicepresidente y varios miembros de
- Page 231 and 232: En una contienda electoral, al igua
- Page 233 and 234: ponerle la mejor cara posible a la
- Page 235 and 236: quinientos funcionarios federales e
siempre, incluso cuando me pasaba una semana entera sin verlas. Pensé en
el talento y el enfoque de Axe y de Plouffe, y del resto del equipo sénior,
que nunca habían dado la menor impresión de estar haciendo lo que hacían
por dinero o por poder, y como frente a una presión constante se habían
mostrado leales no solo a mí y entre ellos, sino a la idea de que Estados
Unidos fuera un país mejor. Pensé en amigos como Valerie, Marty y Eric,
que compartían mis alegrías y aliviaban mi carga en cada paso, sin pedir
nada a cambio. Y en los jóvenes activistas de campaña y voluntarios que
habían hecho frente al mal tiempo sin vacilar, a los votantes escépticos y a
los tropiezos de su candidato.
Había pedido algo muy difícil a los estadounidenses: que depositaran su
confianza en un joven e inexperto recién llegado. No solo un hombre negro,
sino alguien cuyo propio nombre evocaba una historia de vida que parecía
extraña. En repetidas ocasiones les había dado motivos para no apoyarme.
Había habido debates irregulares, posicionamientos poco convencionales,
meteduras de pata y hasta un pastor que había maldecido a los Estados
Unidos de América. Y me había medido con una contrincante que había
probado tanto su capacidad como su entereza.
A pesar de todo, me habían dado una oportunidad. En medio del ruido y
el parloteo del circo político habían atendido a mi llamada para hacer algo
distinto. Incluso a pesar de no haber dado en todo momento lo mejor de mí,
ellos habían sabido ver qué era lo mejor que les podía ofrecer: una voz que
insistía en que, a pesar de nuestras diferencias, nos mantuviéramos unidos
como un solo pueblo, y que juntos, los hombres y las mujeres de buena
voluntad podíamos encontrar el camino hacia un futuro mejor.
Me prometí no decepcionarles.