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Una-tierra-prometida (1)

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llamada a las tres de la madrugada» durante una crisis. Después de aquello,

perdimos Ohio (de forma contundente) y Texas (por poco).

En el vuelo de regreso de San Antonio a Chicago tras las primarias, el

equipo estaba de un humor sombrío. Michelle apenas dijo nada. Cuando

Plouffe intentó aliviar las cosas anunciando que habíamos ganado en

Vermont, lo único que consiguió fue que la gente se encogiera de hombros.

Cuando otro propuso la teoría de que habíamos muerto y entrado al

purgatorio, y que nuestro destino era debatir con Hillary por toda la

eternidad, nadie sonrió. Se parecía demasiado a la realidad.

Los triunfos de Hillary no modificaron de forma significativa el número

de delegados, pero sí le dieron el empuje necesario a su campaña para

garantizar al menos dos meses más de amargas primarias. Los resultados

también le dieron nuevas armas para unos argumentos que al parecer iban

teniendo cada vez más adeptos entre la prensa: que yo no conectaba con los

votantes blancos de clase trabajadora, que en el mejor de los casos los

latinos sentían indiferencia por mí y que en unas elecciones tan importantes

esas debilidades podían convertirme en un candidato demócrata demasiado

arriesgado.

Solo una semana más tarde, yo mismo empecé a dudar si no tendrían

razón.

Había pasado más de un año sin que pensara demasiado en mi pastor, el

reverendo Jeremiah Wright, pero el 13 de marzo descubrimos al despertar

que ABC News había recopilado una serie de vídeos cortos con fragmentos

de discursos seleccionados de distintos años, y lo habían editado hábilmente

para que ocupara un tramo de dos minutos en Good Morning America . Allí

salía el reverendo Jeremiah Wright refiriéndose a Estados Unidos como

«los Estados Unidos del Ku Klux Klan». Y salía también el reverendo

Wright diciendo: «Nada de Dios bendice a Estados Unidos. Dios maldice a

Estados Unidos». Allí estaba el reverendo Wright, a todo color, diciendo

que la tragedia del 11 de septiembre tal vez podía explicarse en parte por

nuestra historia de intervenciones militares y nuestra violencia gratuita en el

extranjero, como queriendo decir «Estados Unidos... al final todo se paga».

El vídeo estaba editado sin contexto ni historia. En realidad, no podría

haber ilustrado con mayor claridad el radicalismo negro, ni ofrecer un

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