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Una-tierra-prometida (1)

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Con el apoyo de Carolina del Sur parecía que las cosas empezaban a

sonreírnos de nuevo. El 27 de enero, en un editorial del New York Times ,

Caroline Kennedy declaró que me apoyaba y sugirió con generosidad que

nuestra campaña le había hecho comprender por primera vez lo inspirador

que había sido su padre para los jóvenes estadounidenses. Su tío Ted

Kennedy la imitó al día siguiente y me acompañó en un acto con varios

miles de estudiantes de la Universidad Americana. Teddy estuvo totalmente

arrebatador, hizo alusión a la magia del viejo Camelot y echó por tierra el

argumento de inexperiencia que alguna vez habían utilizado contra su

hermano y que ahora dirigían contra mí. Axe lo llamaba el relevo simbólico

de la antorcha y entendí lo que significaba para él. Era como si Teddy

hubiera identificado en nuestra campaña una melodía conocida y se hubiese

desplazado a un momento previo al asesinato de su hermano, a Vietnam, a

la venganza de los blancos, a los disturbios, el Watergate, a los cierres de

fábricas, a Altamont y el sida, como si hubiese vuelto a una época cuando el

liberalismo desbordaba optimismo y al espíritu del «querer es poder», el

mismo espíritu que había enriquecido los sentimientos de mi madre cuando

era una mujer joven y que a su vez ella me había trasmitido a mí.

El respaldo de los Kennedy añadió poesía a nuestra campaña y nos ayudó

a organizarnos para el Supermartes del 5 de febrero, cuando en un único día

se iba a decidir más de la mitad de los delegados del país. Siempre supimos

que el Supermartes sería un enorme desafío. A pesar de nuestros triunfos en

Iowa y Carolina del Sur, Hillary seguía siendo mucho más conocida, y la

campaña cara a cara y pormenorizada que habíamos hecho en esos primeros

estados habría sido sencillamente imposible en lugares más grandes y

densamente poblados como California y Nueva York.

Con lo que sí contábamos era con una infantería de personas locales que

crecía día tras día. Con la ayuda de nuestro veterano experto en delegados,

Jeff Berman, y de nuestro tenaz director en el terreno, Jon Carson, Plouffe

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