07.09.2022 Views

Una-tierra-prometida (1)

Create successful ePaper yourself

Turn your PDF publications into a flip-book with our unique Google optimized e-Paper software.

hechos. Provocar las mejores de esas emociones y no las peores; reforzar a

los mejores ángeles de nuestra naturaleza con la razón y una política

consistente, actuar al mismo tiempo que se dice la verdad... ese era el listón

al que tenía que llegar.

Mientras trabajaba para reducir el número de meteduras de pata, Plouffe

dirigía una operación sin interrupción en nuestro cuartel general de

Chicago. No le veía mucho, pero empezaba a darme cuenta de que los dos

teníamos mucho en común. Ambos éramos analíticos y equilibrados,

generalmente escépticos ante las convenciones y pretensiones, pero donde

yo era despistado, indiferente a los pequeños detalles, incapaz de mantener

un sistema de archivos ordenado, y perdía constantemente memorándums,

bolígrafos y teléfonos móviles que me acababan de dar, Plouffe resultó ser

un genio de la gestión.

Se centró desde el principio con resolución y sin ningún tipo de duda en

ganar Iowa. Incluso cuando ciertos comentaristas de la televisión por cable

y algunos de nuestros simpatizantes empezaron a llamarnos idiotas por ser

tan simples, nunca permitió que nadie se desviara un centímetro de esa

estrategia, no había duda de que era nuestro rumbo a la victoria. Plouffe

impuso una disciplina marcial y dio a todo el mundo en nuestro equipo —

desde Axe hasta el último de nuestros activistas locales de campaña— un

gran nivel de autonomía al mismo tiempo que les exigía resultados y una

adherencia estricta al proceso. Puso un límite a los sueldos para evitar

discrepancias entre el equipo. Evitó intencionadamente que los recursos se

desviaran a contratos inflados con consultoras o presupuestos para medios

para poder darles a nuestros activistas locales de campaña lo que

necesitaban allí mismo. Le obsesionaban los datos, reclutó a un equipo de

expertos en internet que diseñó un programa digital a años luz no solo del

resto de los candidatos sino también de muchas compañías privadas.

Además de todo eso, comenzando desde cero y en solo seis meses,

Plouffe construyó una operación de campaña lo bastante fuerte para plantar

cara a la maquinaria Clinton. Lo saboreaba en silencio. Y eso fue otra cosa

que acabé comprendiendo de Plouffe: bajo aquella persona de perfil bajo y

fuertes convicciones había alguien a quien sencillamente le gustaba la

pelea. La política era su deporte, y en aquella ocupación que había elegido

era tan competitivo como Reggie al baloncesto. Más tarde le pregunté a

Hooray! Your file is uploaded and ready to be published.

Saved successfully!

Ooh no, something went wrong!