Tribuna Comunista Núm. 500

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HOMENAJE
Toño su hijo. - Amigos todos: Agradecemos
infinitamente mi familia cada uno de los gestos
solidarios ante una gran pérdida. El maestro
Antonio Medina se fue lleno de amor, con
mucha atención y felicidad. Con nuestro corazón
muy melancólico y con mucha pesadumbre les
informamos que seguiremos puntualmente sus
deseos y peticiones. Mi padre hasta el final fue leal
a sus convicciones, ateo hasta su muerte. Por lo
tanto, será incinerado y sus cenizas se esparcirán el
sábado en un hermoso atardecer sobre la parcela
de su querido Valle de Mexicali, y descansará con
el olor de la tierra húmeda junto con sus padres
y hermanos. Y le brindaremos un fuerte aplauso
por su gran vida y por el privilegio de compartir
77 años. En la búsqueda de un mundo más justo y
equitativo. Hasta pronto. Apá
Anastacia Cosío
El 24 agosto dejó de latir el corazón
amoroso y rebelde, de una gran mujer,
que procreó una hermosa familia y fue en
su tiempo un gran ejemplo de dignidad,
combatividad y lucha. Me refiero a la amiga y
compañera, Anastacia Cosio.
Déjenme contarles: que en la fundación de la
colonia Demetrio Vallejo, de Ahuacatlan, Nay.,
ella tuvo mucho que ver, así como doña Jeña,
doña Elena, doña rosa, la señora Petra y muchas
más. su firmeza, valentía y confianza en la victoria
fue determinante para hacer realidad el derecho
a la vivienda.
Recuerdo claramente, que un día, de hace más
de 35 años, después de agotar las vías pacíficas
de diálogo y negociación, decidimos ocupar
un predio, que era el natural para resolver el
problema de la vivienda de cientos de familias
de este municipio. Ingresamos al predio, más
de 50 personas, la mayoría mujeres y cuando
se empezaban a levantar algunas ramaditas o
jacales, con palos y con sábanas, hicieron su
aparición un grupo de pequeños propietarios,
enardecidos y alcoholizados, que llevando
consigo machetes, zoguillas, armas y tractores y
se abalanzaron sobre nosotros. Al verlos venir y
entrar al predio, yo formé una comisión para tratar
de detenerlos y negociar, pero fue imposible.
Me dirigí a la avanzada de ellos, encabezada por
Gabriel Montero y el güero Arnulfo y pregunté,
que quién era el dirigente y una voz exclamó: el
güero Arnulfo, cuando volteé para verlo, Gabriel
Montero me lanzó un golpe que impactó en mi
cara y dijo: este es el líder. Acto seguido sacó una
pistola y me apuntó con ella, en ese momento
las mujeres me rodearon para protegerme. Pero
cuando todavía el susodicho estaba con la pistola
en la mano apuntándome, apareció Leonor “la
leona “, una mujer que en su tiempo era de las
más hermosas de la región y que tenía fama de
bragada, (se trataba nada más ni nada menos que
de la hija de la principal dirigente del movimiento
por la vivienda, llamada “Rosa” y los enfrentó,
diciéndoles, déjenlo perros, sacando de su maletín
una pistola que también orientó hacia ellos. Al
ver eso yo le pedí a uno de los compañeros que
estaban a mi lado, que la tranquilizara, porque
podría generarse una tragedia. Finalmente, los
pequeños propietarios lograron desalojarnos a
todos, uno de los compañeros, don Tino, sufrió
un machetazo en la cabeza y muchas mujeres
fueron golpeadas y azotadas con soguillas. A mí,
me salvó el golpe y el intento de homicidio, no me
hicieron nada, porque siempre me protegieron
las compañeras. Luchar por un pedazo de patria
o por hacer realidad el derecho a la vivienda, nos
andaba costando la vida.
Ya estando afuera, lastimados y heridos y con
un gran sentimiento de indignación e impotencia,
tomé la decisión de convocar a un gran mitin
frente a la presidencia de Ahuacatlan, llamando
a todos los integrantes del movimiento urbano
popular en el sur del estado a que acudieran a
brindarnos solidaridad. Corrió como pólvora la
noticia de la agresión a las mujeres que luchaban