TRANSICION ENERGETICA COLOMBIA BID-MINENERGIA-2403_2021
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cialmente en un 50% pero a partir del 2022
haciéndolo 100% descontable, se extendió
a otro impuesto que también desincentiva la
inversión, como es el caso del impuesto a la
industria y comercio (ICA).
Estas dos leyes fueron complementadas con la
expedición gradual de un número importante
de iniciativas y actos administrativos de política
pública y regulatoria, que terminaron de
confeccionar el nuevo marco regulatorio, jurídico
y tributario para la transición energética.
Entre todas esas medidas, es importante destacar
cuatro de ellas. La primera, la cual marcó
un punto de quiebre para la entrada de proyectos
de energías renovables no convencionales
a gran escala, fue la subasta que realizamos en
octubre de 2019, después de un intento fallido
en febrero del mismo año. Esta subasta, en
la que se adjudicaron 1.365 megavatios o un
poco más de 45 veces la capacidad instalada
de energía eólica y solar que habíamos encontrado
en agosto de 2018, fue ampliamente
reconocida nacional e internacionalmente por
sus importantes innovaciones en materia de
política pública. Por ejemplo, fue la primera
subasta de energías renovables de dos puntas
en el mundo (double-sided auction). Esto quiere
decir que tanto los generadores como los
compradores de energía, ofertaban tanto precio
como cantidades. La subasta logró también
introducir el inicio de una cultura de contratos
de largo plazo, 15 años en el caso del producto
subastado, que era prácticamente inexistente
en Colombia. Y quizá lo más importante de
todo, la subasta logró precios históricos a la
baja, inferiores en cerca de un 35% con respecto
a los precios de los contratos de energía
que se tranzaban al momento de la subasta.
La segunda gran iniciativa fue la realización
de una Misión de Transformación Energética,
que contó con la participación de más de 20
expertos nacionales e internacionales quienes
emitieron recomendaciones puntuales para
la modernización del sector eléctrico, pues a
pesar de que el actual sistema ha operado exitosamente
por un poco más de 25 años, los
cambios tecnológicos, la aparición de oportunidades
de negocios y las nuevas necesidades
de los usuarios requerían de una revisión
exhaustiva. Estas recomendaciones ya están
siendo implementadas en diversas áreas del
sector, desde la estructura y la competencia
del mercado eléctrico, pasando por la descentralización
y la digitalización, hasta una
revisión del marco institucional. El tercer gran
hito fue el lanzamiento de la primera subasta
en Latinoamérica de almacenamiento de energía
con baterías a gran escala, un hito que une
las necesidades de expansión del parque de
generación y de servicios complementarios
a las redes de transmisión y distribución, así
como el respaldo a las renovables no convencionales.
Y, en cuarto lugar, pero no menos
importante, está la construcción de la hoja
de ruta y la estrategia nacional del hidrógeno,
la cual nos permitirá posicionar a Colombia
como una de las potencias en la producción
de hidrógeno verde y azul para diferentes aplicaciones
y con una vocación exportadora para
los próximos 30 años.
Este recuento de las políticas públicas más
emblemáticas que hemos introducido en este
Gobierno da cuenta de cómo este conjunto de
medidas se convirtió en el gran habilitador de
la transición energética. Los resultados, los
cuales resumo a continuación, hablan por sí
solos. Colombia hoy cuenta con proyectos de
energía renovable no convencional, incluyendo
proyectos de biomasa, biogas y geotermia, en
estado de operación, ejecución o contratación
que alcanzarán en 2022 los 2.400 megavatios