TRANSICION ENERGETICA COLOMBIA BID-MINENERGIA-2403_2021
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global. Para el 2022, más de 12% de su capacidad
instalada de generación eléctrica vendrá
de fuentes renovables no convencionales,
comparado con menos del 1% en 2018. Desde
el BID, hemos podido apoyar al país en este
esfuerzo con instrumentos de política pública
para gestionar subastas de contratos de largo
plazo, fortalecer los marcos regulatorios, y
adoptar herramientas técnicas para integrar
adecuadamente las fuentes no convencionales
de energía renovable.
Sin embargo, en la región aún queda mucho
por hacer para asegurar el acceso, la asequibilidad
y la calidad del servicio de electricidad.
En materia de infraestructura, en América Latina
y el Caribe aún existen 4,5 millones de
usuarios sin acceso a este servicio, según la
publicación insignia BID del 2020. Con respecto
a la calidad del servicio, el 60% de las
empresas manifiestan que sufren interrupciones
en el servicio.
Aún con estas tareas pendientes, los países
no pueden perder de vista las transformaciones
que se asoman para el sector. Por un lado,
será necesario fomentar la transición hacia un
servicio eléctrico digitalizado y descentralizado,
que le dará más protagonismo al usuario.
Con la eventual proliferación de paneles solares
domiciliarios, los consumidores asumirán
también un papel de productores de su propia
electricidad.
Igualmente, el rol de la energía eléctrica se expandirá
inexorablemente si avanzamos hacia
la descarbonización de nuestras economías y
los países siguen diversificando sus matrices
energéticas. En ese sentido, la electromovilidad
se presenta como una extraordinaria oportunidad
para reducir el uso de combustibles
fósiles y descarbonizar el sector de transporte.
Para ser eléctrico, el transporte público y
privado necesitará energía confiable y de alta
calidad proveniente de fuentes renovables.
Estos fenómenos disruptivos dependerán, a su
vez, de las nuevas tecnologías de la información
y comunicación. Para aprovechar las ventajas
que ofrecen estas tecnologías, es urgente fortalecer
la capacidad institucional de planificación,
reconocer los retos del cambio climático y modernizar
los marcos regulatorios. Las acciones
de política pública que se tomen hoy permitirán
que las redes del futuro sean más competitivas,
que transmitan grandes cantidades de energía
renovable, y que ofrezcan servicios de calidad,
asequibles para todos. En el BID, seguiremos
construyendo junto con América Latina y el Caribe,
conocimientos y experiencias para que los
países afiancen su posición como líderes de la
transición energética global.
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