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—No voy a decir una pavada como que no era el momento o algo así.
Era sólo que no tenía ganas de estar con vos cuando apareciste
esas veces.
—Gracias. Eso me hace sentir mucho mejor.
Narval sonrió y se pasó una mano por el pelo. Estaba tan sucio que un
mechón le quedó en esa posición, como si hubiera tenido grasa en la
mano.
—Nunca sé qué decirle a una mujer. Tengo un millón de opciones y
siempre elijo la equivocada—la miró—. En realidad, casi nunca tengo
ganas de estar con otra persona que con Facundo. Además, pensaba que
todo estaba planeado por él, no se me había ocurrido que realmente
pudiera haber salido de vos. ¿Tenés un cigarrillo?
Carolina prendió dos puchos y le dio uno. Generalmente odiaba las
explicaciones y, si no hubiera aparecido Facundo en la conversación,
habría hecho callar a Narval. Pero lo del plan la había hecho ponerse
alerta.
—No entendí lo que quería Facundo cuando me dijo que me fuese con
vos —dijo Narval.
—¿Él te dijo eso?
Narval se rió.
—Siempre tan discreto el guacho. No hay ningún plan. Yo quiero estar
con vos porque me gustás. Así de fácil. ¿Por qué pensaste que podía estar
planeado? Es como dice Esteban: ustedes dos son muy raros.
—Tengo el defecto de pensar que todo es más complicado de lo que
parece. No creo que la gente sea tan simple.
Carolina miró a Narval detenidamente, sus ojos claros hundidos, la
palidez amarillenta.
—¿Y ahora querés estar conmigo?
Hace tiempo que no estoy con nadie, salvo con Facundo. No es fácil
escaparse de él. Vos me entendés.
—Claro que te entiendo. Yo estaba tan enamorada de Facundo que no
podés imaginártelo. Pero no aguantaba... lo que hace. ¿A vos no te
molesta?
—No. Me basta con que esté conmigo a veces. No le pido exclusividad.
—Entonces no estás enamorado de él.
Narval se rio entre dientes.