03.08.2022 Views

Bajar es lo peor - Mariana Enriquez

Libro de autoayuda

Libro de autoayuda

SHOW MORE
SHOW LESS

Create successful ePaper yourself

Turn your PDF publications into a flip-book with our unique Google optimized e-Paper software.

Narval se revolvió incómodo en el asiento y encendió un cigarrillo con

la colilla del que estaba fumando.

—Esas otras frecuencias no son malas en sí mismas, sólo son distintas

de las nuestras. Pero, cuando chocan, producen un encuentro de energías

desconocido y que a nosotros nos parece maligno. Hay personas que por

un segundo o varios pueden entrar en contacto con esos otros mundos,

digamos. Creo que eso le pasó a Narval y yo pude percibirlo.

—¿Y por qué nosotros no?

—Porque ustedes no están sensibilizados para eso. Yo ya estuve en

contacto con esas energías un par de veces. A mí se me dan a conocer.

—Claro —dijo Facundo, mirando a Esteban burlonamente—. Debés

tener algún contacto con otros mundos, qué duda cabe.

—Pará, Facundo, pará un poquito —dijo Narval, pálido—. Sos un hijo

de puta.

Facundo siguió riéndose y Esteban bajó la cabeza, un poco ofendido. Por

un momento había pensado que Facundo hablaba en serio.

Narval encendió otro cigarrillo. Hacía días que subsistía a alcohol,

merca y puchos ajenos. Pero no se sentía débil, casi no se daba cuenta de

que necesitaba comer. Estaba esperando la oportunidad de pedirle plata a

Facundo, pero tenía que llevarlo lejos de ahí, lejos de Esteban, porque su

teoría estaba empezando a darle miedo.

Carolina, incómoda, pensó que una cerveza mejoraría las cosas.

—¿Querés una birra, Narval? Yo invito.

—Todas las que quieras, preciosa —dijo él—. Pero no puedo levantarme

para acompañarte hasta la barra. Vos entendés.

Carolina sonrió nerviosa y sintió que se paraba torpemente, que

caminaba torpemente, que seguramente tiraría la cerveza.

Los otros tres se quedaron callados, Facundo fumando silenciosamente,

Narval armando un barquito con el papel metalizado de un atado vacío y

Esteban tratando de decir algo, pero sin conseguir que saliera una sola

palabra de su boca. No le gustaba quedarse solo con Facundo y Narval:

siempre le parecía que molestaba.

—Voy al baño —dijo, y, cuando desapareció entre la gente, Narval se

sentó junto a Facundo.

—Quiero irme con vos, ahora —dijo—. No puedo soportar un segundo

más el parloteo de Esteban, me está enloqueciendo. ¿Para qué lo hiciste

hablar tanto?

Hooray! Your file is uploaded and ready to be published.

Saved successfully!

Ooh no, something went wrong!