03.08.2022 Views

Bajar es lo peor - Mariana Enriquez

Libro de autoayuda

Libro de autoayuda

SHOW MORE
SHOW LESS

You also want an ePaper? Increase the reach of your titles

YUMPU automatically turns print PDFs into web optimized ePapers that Google loves.

hecho, si estoy acá, de algún lado tuve que haber salido.

Narval se sirvió otro vaso.

—Me imagino. Pero me pareció raro. Sos un tipo raro, Facundo, ¿sabés?

—Bueno, mi mamá me tiene miedo.

—A mí no me das miedo. Cuando la gente recién te conoce, puede

tenerte miedo porque sos un poco impresionante.

—Pero mi vieja me conoce desde hace veintidós años. Se supone que ya

debería estar acostumbrada. Siempre me tuvo miedo, además. No ahora,

que de última es lógico.

—¿Por qué?

—Porque su único hijo es una puta drogona, qué sé yo.

—No. Por qué te tuvo miedo siempre.

—Creo que todo empezó cuando mi viejo murió. Yo tenía cuatro años y

el velorio me pareció un cumpleaños, una fiestita. Y bailaba y me reía y

me enojaba con los que no querían jugar conmigo —Facundo se rio—.

Con eso mi vieja confirmó la teoría de que no tengo sentimientos de

ninguna clase —y siguió riéndose.

—No es cómico, es tétrico —dijo Narval, riéndose un poco él también y

encendiendo otro cigarrillo—, ¿Y te acordás de eso? Es como para

traumarse.

—No. Pertenece a la leyenda de Facundo, el desalmado. Me lo contó

ella, claro. Siempre me lo echa en cara. Es medio psicópata. Me traumó,

claro. Los padres siempre te trauman.

—Sí. Yo nunca voy a tener hijos.

—Yo tampoco. Pero sería divertido destrozar una mente de a poquito.

—Me encanta esta canción.

—«The passenger». Iggy es impresionante. Mi vieja antes venía a

visitarme, hace mucho. Quería averiguar si mi existencia transcurría en

medio de la mugre, la cual es su hipótesis favorita, o ver si encontraba a

algún viejo verde con un látigo y vestido de cuero y cosas así. Nunca vio

nada de eso. Pero igual lloraba y se echaba la culpa. Cuando se daba

cuenta de que no me movía ni un pelo, se iba gritando que soy un

témpano. Después, dejó de venir. Me tenía harto.

Narval se levantó.

—¿Vamos a comprar cerveza? Me estoy sintiendo encerrado.

—Bueno. Hay envases en el balcón.

—Compro yo, lo que alcance con estos diez pesos mugrosos.

Hooray! Your file is uploaded and ready to be published.

Saved successfully!

Ooh no, something went wrong!