You also want an ePaper? Increase the reach of your titles
YUMPU automatically turns print PDFs into web optimized ePapers that Google loves.
—Pasó que te tomaste no sé cuánta merca con el pajero de la Diabla y te
desmayaste y casi tenés un infarto.
Facundo, asustado, se incorporó en la cama.
—¿Tuve un infarto?
—Acostate. ¿Estás sordo, además? Dije casi. No tenés nada, estás
sanito. Tuviste suerte. La Diabla hace tres días que está llorando y
diciendo que, si te pasa algo, se mata. Igual, si te pasaba algo, lo mataba
yo. ¿Cómo podés ser tan pelotudo?
—No me di cuenta.
Lautaro se había reído un poco.
—Ahora vas a tener que hacer rehabilitación si no querés ir preso.
—¿En serio?
Pero no era en serio. Un par de psicólogos habían venido a verlo y
Facundo, siguiendo obedientemente las indicaciones de Lautaro, les
mintió con toda convicción: del hospital se fue a su casa un par de días
después. Enseguida volvió a la calle y a los brazos de la Diabla, que lloró a
gritos cuando lo vio entrar. Ahora Facundo pensó que hacía siglos de todo
eso.
—Yo también me zarpé una vez, en lo del Negro —dijo Narval—, Tuve
convulsiones, me contaron; yo, por supuesto, no me acuerdo de nada. Te
imaginás lo histérico que estaba el Negro; digamos que no podía llamar a
un médico ni llevarme a un hospital porque tenía algo así como cuarenta
gramos en la casa —Narval se rió—. Pero no fue tan feo. Digo: me hice
una raya y me caí al piso y después no me acuerdo más nada. Si me
hubiera muerto, habría estado bastante bueno.
—Val, basta de hablar de esto. Estamos tomando, ¿no te diste cuenta?
Nos vamos a empezar a poner paranoicos, nos vamos a empezar a sentir
mal en cualquier momento.
—Tenés razón.
Facundo se hizo otra raya.
—Una vez, en lo de Carolina, nos habíamos tomado entre los dos como
quince gramos...
—¿No era que no se hablaba más del tema?
—Pará que esto es bueno. Estábamos los dos encerrados en la pieza y
los viejos dormían. Mi plan era irme antes de que se levantaran, pero viste
cómo es esto, una raya por acá, otra por allá, los padres de Carolina se
levantaron, desayunaron y nosotros seguíamos metidos ahí adentro,