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Bajar es lo peor - Mariana Enriquez

Libro de autoayuda

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6

Lord Byron se erizó sobre un almohadón y maulló cuando Facundo

encendió la luz. Esperó sentado que su dueño se acercara y frotó el lomo

contra la mano de Facundo, que se desplomó a su lado. El gato era

extrañamente parecido a él: la misma haraganería, el mismo pelo brillante

y negro.

Lord Byron se acostó sobre el pecho de Facundo, que se puso a

acariciarlo suavemente, hasta que el gato empezó a ronronear y Facundo

sonrió.

—Sos un puto —le dijo, y se lo sacó de encima con cuidado, apoyándolo

en el piso. Lord Byron lo miró irse a la cocina. Facundo sacó una botella

de vodka y otra de Fanta de la heladera y las llevó hasta la mesita de

vidrio del living. Sacó del bolsillo una tiza de merca y también la dejó ahí.

Prendió un cigarrillo y volvió a tirarse sobre los almohadones.

Esa noche no tenía ganas de hacer la calle ni de ir a lo de la Diabla ni

nada. Había ido temprano a Malicia para encontrarse con Narval e

invitarlo a tomar la merca que le había comprado al Negro.

Narval había aceptado, pero pidió que lo esperara un rato porque un tipo

que le debía plata iba a pasar a devolvérsela. Facundo no tenía ganas de

esperarlo en el boliche, así que se había ido para su casa.

Cuando oyó los tres timbres de Narval, suspiró. Diez minutos más y

hubiera empezado a tomar solo. Era terrible mirar diez gramos de merca

sin tocarlos.

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