03.08.2022 Views

Bajar es lo peor - Mariana Enriquez

Libro de autoayuda

Libro de autoayuda

SHOW MORE
SHOW LESS

Create successful ePaper yourself

Turn your PDF publications into a flip-book with our unique Google optimized e-Paper software.

—Estás hermosa con esos pelos. Val no puede decirte que no. Tenés que

aprender un poco de Facundito, me parece. Se dio vuelta hacia la barra y

pidió algo fuerte. Se estaba emborrachando, se estaba aburriendo y,

encima, vio acercarse al Negro. Si no hubiera sido porque el tipo siempre

tenía merca de la mejor, Facundo le habría cortado la cara hacía tiempo.

Aunque en el fondo le daba igual: el Negro era útil, era necesario

soportarlo. Facundo sabía que la antipatía era mutua: el Negro era de esos

tipos que odiaban a los putos y a los raros, y Facundo era las dos cosas.

Por eso mismo lo divertía un poco irritar al Negro; Facundo estaba

convencido de que en el fondo estaba tan caliente con él como cualquier

otra persona y le encantaba ver cómo luchaba con lo que sentía.

Carolina ya estaba hablando con el Negro. Parecía haber olvidado su

taradez momentánea (era incapaz de ser demasiado dura consigo misma)

y, entusiasmada, empezó a contarle al Negro su cambio de look con lujo de

detalles. Facundo decidió ignorar la conversación y observó a la gente

alrededor. Esteban y Narval charlaban animadamente en una mesa, con dos

vasos de vino delante.

Facundo sabía que Esteban era amigo de Carolina y que tenía sólo dos

temas de conversación: lo guarro que era y sus contactos con el más allá.

A Esteban lo hacía sentir particularmente poderoso conocer a tipos

como Narval y Facundo. Sobre todo a Narval, que siempre lo escuchaba y

charlaba con él. A Facundo lo conocía desde antes, pero lo hacía sentir

incómodo: nunca se sabía hasta qué punto estaba escuchándolo y en qué

punto se reía de él. Facundo siempre le estaba pidiendo que relatara sus

experiencias esotéricas y se descomponía de risa cuando Esteban contaba

alguna. Siempre era igual. Pero Esteban se sentía pleno cuando fumaba un

porro con cualquiera de ellos dos o con el Negro: ésa era gente de la calle,

gente de verdad, todo lo que él aspiraba a ser algún día.

Ahora le había comprado un vino a Narval y se había sentado a contarle

sus aventuras recientes, que para él eran increíblemente interesantes.

Había tomado un tirito de merca minutos antes y no había nada que

pudiera detenerlo en su parloteo. Narval lo escuchaba como de costumbre

aunque, en realidad, todo lo que le contaba Esteban parecía repetido

porque a Esteban siempre le pasaba lo mismo: hacía poco que andaba en la

calle y todo lo vivía como un gran descubrimiento. Eso lo entretenía y a

veces hasta lo ponía nostálgico. El vértigo en que vivía Esteban le parecía

Hooray! Your file is uploaded and ready to be published.

Saved successfully!

Ooh no, something went wrong!