You also want an ePaper? Increase the reach of your titles
YUMPU automatically turns print PDFs into web optimized ePapers that Google loves.
Luciano encerró a Carolina en su pieza, amenazando con acuchillarla si no
se fugaba con él al Sur. Nuevamente la policía entró en escena, esta vez
para rescatar a Carolina y llevarse a Luciano. Mauri se había divertido
bastante con el asunto; durante un tiempo no había podido evitar mirar a
su hermana y reírse de ella, con una risita cínica, como diciéndole «yo te
avisé».
Carolina detestaba los triunfos de Mauri; más aún odiaba que él se los
recordara.
—Bueno, pero Luciano estaba loco —dijo.
—Recordemos a Facundo, entonces.
—Con Facundo está todo bárbaro, pelotudo. No salimos más, pero
terminamos bárbaro. Pasa que yo no me banco que haga esa vida cuando
está saliendo conmigo.
Mauri se rio.
—¿Te das cuenta? —dijo.
—Ay, Mauricio, sos insoportable.
—Te estoy jodiendo para que te enojes un poco, nena. ¿Salís?
—Sí.
—Suerte —dijo, y se fue, dejando la puerta abierta. Carolina no tenía
necesidad de preguntarle a su hermano si salía también: Mauri ya tenía los
ojos soñolientos por las pastillas. Nunca salía. Nunca hacía nada. Pero
Mauri tenía un justificativo: Carolina había sido la primera en enterarse de
que su hermano se estaba poniendo neurótico.
Una noche, Mauri había entrado ruidosamente en la habitación de
Carolina, con los ojos colorados y abiertos de par en par. Se sentó en el
piso, al lado de la cama, y dijo en voz baja: «Hace quince días que no
duermo y creo que no voy a poder volver a dormirme nunca más».
Carolina se ofreció a prepararle una leche calentita o cualquier otra cosa,
pero Mauricio, diciendo que no con la cabeza, agregó: «No es eso
solamente. Estoy enloqueciendo. Me da miedo salir a la calle, no quiero
mirar por la ventana porque me parece que me voy a caer. Decime qué
hago». Carolina había sugerido un psiquiatra y Mauri estuvo de acuerdo. A
la mañana, después de una noche en vela juntos, en la que Mauricio no
había parado un minuto de caminar frenéticamente por toda la casa, los
dos hablaron con los señores Novak, explicándoles que Mauricio
necesitaba un tratamiento porque tenía «insomnio».