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Bajar es lo peor - Mariana Enriquez

Libro de autoayuda

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4

Carolina se sentó frente al espejo redondo y sucio que había puesto

especialmente sobre su escritorio. Se miró detenidamente. No iba a

animarse a desenvolver el turbante de toalla sobre su cabeza. Acababa de

teñirse el pelo de rubio ceniza y la espantaba que su decisión hubiera sido

demasiado apresurada, como casi todas sus decisiones, que nunca le

tomaban más de cinco minutos.

La habitación de Carolina era estrepitosamente grande y siempre estaba

desordenada, tanto que nadie que no fuese ella podía vivir ahí. Hacía unos

días había pintado las paredes de un furioso púrpura y los marcos de la

puerta y la ventana de azul oscuro. Como siempre se le unían la terquedad

y el entusiasmo, había hecho el trabajo en tres días y había quedado

exhausta. Todavía no había pensado si le gustaba; ya habría tiempo y,

además, en el ínterin le vino la idea de cortarse su largo cabello por los

hombros y teñirlo de rubio. Entre la decisión y los hechos habían pasado

dos días y ahí estaba ahora, frente al espejo, esperando tomar coraje. Con

un solo movimiento se sacó la toalla y observó. Enseguida empezó a gritar

y saltar por la habitación: le encantaba, aunque seguramente su hermano

Mauricio diría que parecía una rubia teñida más, y sus padres se

resignarían, como siempre.

La resignación de Ruth y Mauro Novak se estaba tomando casi cómica,

a juicio de Carolina. Hacía rato que no pretendían que su hija practicara la

religión. Habían soportado sus continuos cambios de look. Habían

aceptado con sonrisas nerviosas los novios ricos, pobres, hippies, punks o

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