03.08.2022 Views

Bajar es lo peor - Mariana Enriquez

Libro de autoayuda

Libro de autoayuda

SHOW MORE
SHOW LESS

Create successful ePaper yourself

Turn your PDF publications into a flip-book with our unique Google optimized e-Paper software.

dolorosamente.

—¿Te das cuenta de cómo late? No para desde anoche. No me dejó

dormir, lo escuché y lo escuché. A veces empieza desparejo, pero después

vuelve a la normalidad. Digo que va a los pedos, pero, por lo menos, no es

irregular. Al principio, cuando sentía que los latidos eran desiguales, me

asustaba. Fíjate qué estúpido; pensaba: me muero si se me para el corazón

—Facundo se rio secamente—. Entendiste por qué es cómico, ¿no?

Entonces, ¿por qué no te reís? Yo tampoco lo encontraba muy gracioso

hace un rato, pero ahora no me importa.

Armendáriz acarició suavemente los brazos de Facundo, asustado.

—A mí sí. Dejame ayudarte.

—No hay nada que hacer. Alguna vez se pasará.

Armendáriz lo miró a los ojos y dijo:

—No podría vivir sin vos. Si te pasa algo, me mato.

Facundo respiró hondo, pero sintió que el aire no era suficiente.

—No quise hacerte esto, Luis, en serio —dijo, y se acostó. Lord Byron

subió a la cama y se erizó ante Armendáriz, como echándolo; Facundo

acarició al gato, que ronroneó con la cola parada y el lomo arqueado.

—Dejame hacerte dormir —dijo Armendáriz, mirando con aversión al

gato negro—. Sería la única vez que me dejases hacer algo por vos, algo

que realmente te hiciera bien.

Facundo, resignado, sacó suavemente a Lord Dyron de la cama. El gato

se sentó en la mesita de luz parpadeando, alerta.

—Bueno. Pero te aviso que es inútil. Dame una pastilla y tomate una vos

también. Debo estar realmente mal, porque estás muerto de miedo.

Armendáriz buscó una tableta de tranquilizantes en sus bolsillos.

—Cerrá los ojos —dijo.

Facundo sacó la puntita rosada de su lengua para recibir la pastilla;

Armendáriz se sintió tan enardecido que las palabras le salieron a

borbotones de los labios:

—Te quiero tanto, mi chiquito —dijo, y su propia voz, estremecida por

la emoción, lo sorprendió. Facundo abrió los ojos para mirarlo, pero

Armendáriz se los cerró con los dedos; no comprendía esa mirada gris, tan

extraña y llena de dolor. Esa sería la mirada que lo perseguiría en sueños,

que siempre lo encontraría en todas partes.

Hooray! Your file is uploaded and ready to be published.

Saved successfully!

Ooh no, something went wrong!