03.08.2022 Views

Bajar es lo peor - Mariana Enriquez

Libro de autoayuda

Libro de autoayuda

SHOW MORE
SHOW LESS

Create successful ePaper yourself

Turn your PDF publications into a flip-book with our unique Google optimized e-Paper software.

—¿Tenés plata?

—No seas cínico.

—Bueno, seguime.

Facundo empezó a caminar con Narval, de la mano, y se metió en el

boliche de la Diabla. Narval instantáneamente recordó la única vez que

había estado ahí: las discretas luces de colores, el humo que hacía toser.

Sonaba «China girl», de David Bowie, y Facundo se metió entre la gente

para bailar. Narval lo siguió, pero se quedó quieto mirándolo moverse,

preguntándose cuántos de los que estaban ahí adentro se habían acostado

con Facundo y cuántos soñaban con hacerlo y cómo era posible que, sin

embargo, Facundo siempre pareciera intocable, lejano.

Un tipo tomó a Facundo de la cintura y lo besó, susurrándole cosas al

oído. Ya era hora, pensó Narval, observando todo como un espectador,

mudo. Es tan hermoso que dan ganas de matarlo.

Pero Facundo se sacó de encima al tipo con un violento empujón,

haciéndolo caer despatarrado en el piso. Narval sonrió; nadie ayudó a

levantarse al tipo, que se incorporó solo, casi resignado. Narval le dio la

espalda despreciativamente y siguió a Facundo hasta la barra.

—¿Qué haces, Dionisos? —saludó la Diabla a Facundo. Tenía puesto un

ajustado traje verde de lentejuelas y uñas postizas negras en una sola

mano. A los gritos llamó a otro tipo, pelado y bastante petiso, que tomaba

un trago largo sentado en un banco detrás de la barra. Cuando el tipo se

acercó, la Diabla señaló a Facundo y dijo:

—Ésta es la belleza de la que te hablaba. Mirámelo un poquito,

mirámelo. Es una cosa de locos, no es de este mundo, te digo.

El tipo se calzó un par de anteojos para mirar mejor a Facundo, que

abrió los brazos para mostrarse bien. Narval, contra su voluntad, reprimió

una risita.

—Mi Dios querido —dijo el tipo, aprobando—. Tenías razón.

La Diabla aplaudió, con orgullo y satisfacción.

—¿Viste qué ojos, qué cuerpo, qué gacela? Es una escultura, una belleza.

Hay que filmar una película con él.

—Hay que hacerlo —dijo el tipo, sin dejar de mirar a Facundo—.

¿Cómo te llamás? —preguntó.

—Que te lo diga él —dijo Facundo, sacudiendo levemente la cabeza

hacia un costado—. Dame dos cervezas, Diabla —y les dio la espalda.

Hooray! Your file is uploaded and ready to be published.

Saved successfully!

Ooh no, something went wrong!