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Virgen de La Altagracia, como el Verbo se hizo carne en ti,
venimos a pedirte que el Evangelio de tu Hijo
se encarne en cada uno nosotros y en nuestra cultura.
Nosotros, pastores y fieles,
al concluir el centenario de tu coronación,
nos consagramos a ti, Madre solícita y amorosa,
y te encomendamos a los niños y a los jóvenes,
a los ancianos, a los pobres y a los enfermos,
a cada una de las diócesis y arquidiócesis del país,
a todas las familias y comunidades cristianas,
las vocaciones y los ministerios laicales,
a todos los hombres de buena voluntad,
que viviendo su bautizo,
o fieles a la semilla del Verbo impresa en su corazón,
han decidido rechazar toda maldad
y asumir el proyecto del bien común.
Imploramos de tu Hijo el perdón por las injusticias cometidas,
y prometemos trabajar en la Evangelización
para caminar juntos como hombres y mujeres de fe,
hasta lograr que reine la paz y la esperanza;
que el amor venza al odio, la unidad a la rivalidad,
la generosidad al egoísmo, la verdad a la mentira,
la justicia a la iniquidad, la comprensión a la violencia,
y la acción de gracias a la indiferencia religiosa.
Señora y Madre Nuestra de La Altagracia,
que con Jesús y san José, conformas la Sagrada Familia,
consagra nuestras familias, vela por ellas y protégelas
para que sean el modelo de una nueva sociedad.
Nuestra Señora de La Altagracia, ruega por nosotros. Amén.
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