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Solemne Eucaristía en la Clausura del Año Jubilar Altagraciano

Estadio Olímpico Félix Sánchez

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SOLEMNE EUCARISTÍA

en la Clausura del Año Jubilar Altagraciano

ESTADIO OLÍMPICO FÉLIX SÁNCHEZ | 15 DE AGOSTO DE 2022


CONFERENCIA DEL EPISCOPADO DOMINICANO

SOLEMNE EUCARISTÍA

EN LA CLAUSURA DEL AÑO JUBILAR ALTAGRACIANO

15 DE AGOSTO DE 2022

ESTADIO OLÍMPICO FÉLIX SÁNCHEZ

DISTRITO NACIONAL, REPÚBLICA DOMINICANA


Portada: La Virgen del Naranjo – Miguel de Moya (1963)

Las ilustraciones en las páginas 13, 24, 32, y 42 son reproducciones de la

autoría de José Morillo. (1975)


Extracto de la Carta Pastoral de la CED

que convoca el Jubileo por los 100 años

de la Coronación Canónica

de Nuestra Señora de La Altagracia

«Que en la celebración de este centenario, Iglesia y Pueblo, confirmemos el

pacto del reencuentro con la Virgen de La Altagracia, porque es tiempo perfecto

para dinamizar la fe de todos los dominicanos por medio del amor y el fervor a

la Madre de Dios y Madre nuestra y lograr así una fuerte convivencia nacional.

Ponemos en sus manos protectoras a todo el Pueblo Dominicano, a sus

autoridades, y a los responsables de la salud y del orden público; que el Señor

nos ilumine a todos y nos guíe en estos momentos difíciles. Que la Virgen de La

Altagracia interceda por todos los enfermos del Covid-19, por los más vulnerables

ante esta pandemia, por los que se sienten deprimidos, por los que han perdido

el trabajo con el que mantenían su hogar, por los que cada día salen a buscar el

sustento de su familia, y que también interceda por todos los inconscientes que

no les importa ni la salud de los demás, ni el orden en la sociedad.

Como María “acojamos y vivamos el Reino de Dios en permanente conversión”.

(Lema de nuestro Plan de Pastoral para este año 2021). Ella acogió el Reino

de Dios, aceptando su voluntad; asumió la misión de ser Madre de su Hijo,

manteniendo y cuidando su embarazo a pesar de las críticas y del peligro que

corría su propia vida. Ella es modelo y sostén de todos los que, por cumplir los

principios del Evangelio, arriesgan sus vidas. Ella vivió los valores del Reino de

Dios en la familia, siendo una estrella ejemplar que guía también las nuestras

hacia la plena salvación. Como ella, vivamos la alegría, la acogida, la confianza,

y no le tengamos miedo al sacrificio. Prometamos amar nuestra patria porque

todos los que la habitamos somos sus hijos, y ella es la Reina Protectora de

todos los dominicanos, y en especial de los más desprotegidos. Luchemos por

combatir el mal a fuerza de bien.»

3


PENITENCIARIA APOSTÓLICA

PROTOCOLO NO. 1005 / 21 / I

Que concede la Indulgencia Plenaria

DECRETO

En virtud de las facultades que le han sido atribuidas de modo especialísimo por

Nuestro Santísimo Padre y Señor en Cristo, el Sumo Pontífice Francisco, papa

por la Divina Providencia, la Penitenciaria Apostólica concede benignamente al

Excelentísimo y Reverendísimo Padre José Grullón Estrella, Obispo Emérito de

San Juan de la Maguana, o con su consentimiento a otro prelado episcopal

distinguido con esa dignidad, que, con ocasión del Jubileo Mariano de La

Altagracia, para beneficio de los fieles y en el día que se elija, después de

celebrado el Santo Sacrificio, imparta la Bendición Apostólica a todos los allí

presentes que hayan asistido movidos por un verdadero espíritu de penitencia

y de caridad; conlleva añadida la indulgencia plenaria, bajo las condiciones

habituales: confesión sacramental, comunión eucarísitica y oraciones por las

intenciones del Sumo Pontífice.

Pueden ganar también la indulgencia plenaria, con las mismas condiciones,

aquellos fieles que hayan recibido devotamente la Bendición Papal, aunque por

alguna circunstancia razonable no hayan estado físicamente presentes en la

celebración, pero sí la hayan seguido devotamente por televisión o por la radio.

Sin que obste nada en contra.

Dado en Roma, en la sede de la Penitenciaria Apostólica, el 19 de agosto del año

2021 de la Encarnación de Nuestro Señor.

Mauro Cardenal Piacenza

Penitenciario mayor

4


MENSAJE DEL SANTO PADRE FRANCISCO

AL PUEBLO DOMINICANO CON OCASIÓN

DEL AÑO JUBILAR ALTAGRACIANO

Saludo con afecto a los hermanos y hermanas de la querida República Dominicana,

que se están preparando para celebrar, con amor y gratitud, el centenario de la

coronación canónica de Nuestra Señora de la Altagracia, Madre y Protectora de

vuestro pueblo. Esta devoción mariana tan sentida por ustedes es un signo de las

raíces cristianas que caracterizan y dan vida a su tierra. Por eso los exhorto a no

desfallecer en su testimonio de fe, a cuidar y fortalecer, con el ejemplo y la intercesión

de la Virgen María, su amor por Jesús y por la Iglesia. En esta circunstancia tan

importante para la Nación dominicana, he querido enviar en mi representación a

Mons. Edgar Peña Parra, Sustituto de la Secretaría de Estado, a quien también le he

pedido que ponga a los pies de nuestra Madre de la Altagracia el homenaje filial del

Papa, simbolizado en la rosa de oro.

Dios nos da en la Virgen una señal de su cercanía y de la infinita ternura con que

Él nos cuida. La mirada amorosa de la Madre contemplando al Niño que duerme,

confiado, en su regazo, es una invitación para que aprendamos a ver, a través de sus

ojos, a Jesús presente en nuestros prójimos, y a recordar que formamos parte de

una misma familia humana llamada a la convivencia fraterna y solidaria. La Virgen de

la Altagracia ha sido para el pueblo dominicano fuente de unidad en los momentos

difíciles, mano segura que sostiene enlas contrariedades que se presentan en el

diario caminar. Con su protección y amparo, Ella nos impulsa a cuidar y mantener

encendida la llama de la esperanza que nos legaron nuestros mayores en la fe, y a

trasmitirla a los demás con humildad, confiando en la gracia del Señor.

Queridos hermanos y hermanas dominicanos, no tengan miedo de caminar todos

juntos, más allá de divisiones y desconfianza, unidos en fraternidad, en la dirección

que Jesús indica en el Evangelio. No duden en buscar con sencillez la voluntad

de Dios, porque Él es Padre de ternura que abraza a todos y nunca nos abandona.

Confíen en que su luz divina transforma los corazones y los lleva al encuentro con

Él y con los hermanos; y tengan fe en que la fuerza del Espíritu Santo impulsa a

realizar con alegría y constancia obras de amor y de bien en favor de quienes más lo

necesitan.

Que Jesús los bendiga y Nuestra Señora de la Altagracia los proteja y acompañe. Y,

por favor, no se olviden de rezar por mí.

Roma, San Juan de Letrán, 15 de julio de 2022

Fraternalmente,

FRANCISCO

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Cantos de Entrada

VENIMOS A TUS PLANTAS

1. Venimos a tus plantas Madre del Salvador

amada de Dios Padre, esclava del amor.

Acoge las plegarias de los que a ti clamamos

Oh Virgen de Altagracia, nuestra humilde oración.

Tus hijos hoy reunidos con filial devoción,

con salmos y tonadas proclamamos tu amor;

Quisqueya toda tuya consagrada ha de ser,

consérvanos, oh Madre, unidos en la fe.

R. El naranjo florecido escogiste como altar,

en nuestro suelo tu gracia, has querido derramar.

Que el fulgor de tu Altagracia que en Higüey quiso brillar

nos conceda la esperanza, la unión y la caridad.

2. Hacia tu altar sagrado subimos con fervor,

llevando en nuestros pechos la impronta de tu amor.

Escucha los suspiros del pueblo que te aclama:

amparo y protectora de su amada nación.

Condúcenos a Cristo y muéstranos su amor,

oh, Virgen de Altagracia, radiante como el sol.

No olvides nuestros ruegos, alcánzanos la gracia

de amarnos como hermanos, sin odio y sin rencor.

3. Cantando la esperanza, cantando nuestra fe

amando en Jesucristo queremos hoy traer

las salves y rosarios, novenas y oraciones

los gozos y las penas, dejarlos en tu altar.

Que así como aquel día de bodas en Caná,

los ruegos a tu Hijo, movieron transformar,

el agua en vino nuevo que a todos alegró,

de Cristo nos alcance su paz y bendición.

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MARÍA ES ESA MUJER

1. ¿Quién será la Mujer,

que a tantos inspiró poemas bellos de amor?

Le rinden honor la música y la luz,

el mármol, la palabra y el color.

¿Quién será la Mujer que el rey y el labrador

invocan su dolor

el sabio, el ignorante, el pobre y el señor,

el santo al igual que el pecador?

R. María es esa mujer

que desde siempre el Señor se preparó.

Para nacer como una flor

en el jardín que a Dios enamoró.

2. ¿Quién será la Mujer

radiante como el sol, vestida de resplandor

la luna a sus pies, el cielo en rededor,

y ángeles cantándole su amor?

¿Quién será la Mujer humilde que vivió

en un pequeño taller

amando sinmilagros, viviendo de su fe,

la esposa siempre alegre de José?

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RITOS INICIALES

El Arzobispo inicia con la señal de la Cruz:

En el nombre del Padre,

y del Hijo, y del Espíritu Santo.

El pueblo responde:

Amén.

Luego, el Arzobispo con las manos extendidas saluda al pueblo

con la siguiente fórmula:

La paz esté con ustedes.

El pueblo responde:

Y con tu espíritu.

PALABRAS DE BIENVENIDA AL ENVIADO PAPAL

Todos se sientan. A continuación, Mons. Freddy Bretón, presidente

de la CED, tendrá las palabras de bienvenida al enviado

especial del papa Francisco, Mons. Edgar Peña Parra.

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ACTO PENITENCIAL

Todos de pie. A continuación se hace el Acto Penitencial. El

Arzobispo invita a los fieles al arrepentimiento con estas palabras

u otras similares:

Hermanos: al comenzar esta celebración eucarística,

en la que clausuramos este Año Jubilar

en el centenario de la coronación canónica de La Altagracia,

pidamos a Dios que nos conceda la conversión

de nuestros corazones.

Así participaremos dignamente en estos Sagrados Misterios

y podrán recibir, al final de la Misa, la Bendición Apostólica

con Indulgencia Plenaria, para que se acreciente

nuestra comunión con Dios y con nuestros hermanos.

Se hace una breve pausa en silencio. Después, todos dicen

en común la fórmula de la confesión general:

Yo confieso ante Dios todopoderoso

y ante ustedes, hermanos,

que he pecado mucho

de pensamiento, palabra, obra y omisión.

Y golpéandose el pecho, dicen:

Por mi culpa, por mi culpa, por mi gran culpa.

Luego prosiguen:

Por eso ruego a santa María, siempre Virgen,

a los ángeles, a los santos,

y a ustedes, hermanos,

que intercedan por mí ante Dios, nuestro Señor.

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El Arzobispo concluye de la siguiente manera:

Por las súplicas y los méritos

de la Bienaventurada siempre Virgen María,

de los santos Apóstoles Pedro y Pablo

y de todos los Santos,

les conceda Dios todopoderoso y compasivo

la oportunidad de una verdadera y fructuosa penitencia,

un corazón siempre contrito

y dispuesto al cambio de vida,

y la perseverancia en las buenas obras;

para que perdonados todos sus pecados,

les conduzca hasta la vida eterna.

A.: Amén

El coro y el pueblo entonan el Señor, ten piedad.

SEÑOR, TEN PIEDAD

Señor, ten piedad (3)

Cristo, ten piedad (3)

Señor, ten piedad (3)

El coro y el pueblo entonan el himno de Gloria.

GLORIA

R. Gloria a Dios en el cielo,

y en la tierra paz

a los hombres que ama el Señor,

a los hombres que ama el Señor.

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1. Por tu inmensa gloria te alabamos, te bendecimos,

te adoramos, te glorificamos, te damos gracias.

2. Señor Dios, Rey celestial, Dios Padre todopoderoso.

Señor Hijo único, Jesucristo, Señor Dios, Cordero de Dios.

3. Hijo del Padre; tú que quitas el pecado del mundo,

ten piedad de nosotros,

tú que quitas el pecado del mundo, atiende nuestra súplica;

tú que estás sentado a la derecha del Padre,

ten piedad de nosotros.

4. Porque sólo tú eres Santo, sólo tú Señor,

sólo tú Altísimo, Jesucristo, con el Espíritu Santo

en la gloria de Dios Padre. Amén

Arzobispo:

ORACIÓN COLECTA

Oremos.

SEÑOR, Dios nuestro,

que nos diste como Madre

a la bienaventurada Virgen María, Madre de tu Hijo,

concédenos que, afianzándonos en tu amor

y por la intercesión de La Altagracia,

caminemos siempre en una vida nueva,

con el auxilio de su protección.

Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo,

que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo

y es Dios por los siglos de los siglos.

A.: Amén.

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LITURGIA DE LA PALABRA

Primera Lectura

Isaías 7, 10-15

«La virgen está encinta y dará a luz un hijo»

Lectura del libro de Isaías

EN aquellos días, el Señor volvió a hablar a Ajaz y le dijo:

–«Pide un signo al Señor, tu Dios: en lo hondo del abismo o

en lo alto del cielo.» Respondió Ajaz:

–«No lo pido, no quiero tentar al Señor.»

Entonces dijo Isaías:

–«Escucha, casa de David: ¿no les basta a ustedes cansar a los

hombres, que cansan incluso a mi Dios?

Pues el Señor, por su cuenta, les dará un signo: Miren: la virgen

está encinta y dará a luz un hijo, y le pondrá por nombre Emmanuel,

–que significa Dios con nosotros–. Comerá requesón

con miel, hasta que aprenda a rechazar el mal y a escoger el

bien.»

Palabra de Dios.

R: Te alabamos Señor.

Salmo Responsorial

Lc. 1, 46-55 R: 49

R. El Poderoso ha hecho obras grandes en mí:

su nombre es santo.

1. Proclama mi alma la grandeza del Señor,

se alegra mi espíritu en Dios mi salvador;

porque ha mirado la humildad de su esclava. R.

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2. Desde ahora me felicitarán todas las generaciones

porque el Poderoso ha hecho obras grandes en mí:

su nombre es santo. R.

3. Y su misericordia llega a sus fieles

de generación en generación.

El hace proezas con su brazo,

dispersa a los soberbios de corazón. R.

4. Derriba del trono a los poderosos

y enaltece a los humildes,

a los hambrientos los colma de bienes,

y a los ricos los despide vacíos. R.

5. Auxilia a Israel su siervo,

acordándose de la misericordia

como lo había prometido a nuestros padres

en favor de Abrahán y su descendencia por siempre. R.

Segunda Lectura

Gálatas 4, 1-7

«Envió Dios a su Hijo, nacido de mujer»

Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los Gálatas

H ERMANOS:

Mientras el heredero es menor de edad, en nada se diferencia

de un esclavo siendo como es dueño de todo, sino que está

bajo tutores y administradores hasta la fecha fijada por su padre.

Lo mismo nosotros, cuando éramos menores de edad, estábamos

esclavizados bajo los elementos del mundo.

Mas cuando llegó la plenitud del tiempo, envió Dios a

su Hijo, nacido de mujer, nacido bajo la ley, para rescatar a los

que estaban bajo la ley, para que recibiéramos la adopción filial.

Como ustedes son hijos, Dios envió a sus corazones el Espíritu

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de su Hijo, que clama: «¡Abba, Padre!». Así que ya no eres esclavo,

sino hijo; y si eres hijo, eres también heredero por voluntad

de Dios.

Palabra de Dios.

R: Te alabamos Señor.

R. Aleluya, Aleluya, Aleluya.

Aleluya

Lucas 1, 28. 30

Alégrate, llena de gracia, el Señor está contigo. No temas, María

porque has encontrado gracia ante Dios.

R. Aleluya, Aleluya, Aleluya.

Evangelio

San Lucas 1, 26-38

«Alégrate, llena de gracia, el Señor está contigo.»

V. El Señor esté con ustedes.

R. Y con tu espíritu.

Lectura del santo Evangelio según san Lucas

EN aquel tiempo, el ángel Gabriel fue enviado por Dios a una

ciudad de Galilea llamada Nazaret, a una virgen desposada

con un hombre llamado José, de la estirpe de David; el nombre

de la virgen era María. El ángel, entrando en su presencia, dijo:

–«Alégrate, llena de gracia, el Señor está contigo».

Ella se turbó al oír estas palabras y se preguntaba qué saludo era

aquel. El ángel le dijo: –«No temas, María porque has encontrado

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gracia ante Dios. Concebirás en tu vientre y darás a luz un hijo y

le pondrás por nombre Jesús. Será grande, se llamará Hijo del

Altísimo, el Señor Dios le dará el trono de David, su padre; reinará

sobre la casa de Jacob para siempre, y su reino no tendrá fin».

Y María dijo al ángel:

–«¿Cómo será eso, pues no conozco varón?».

El ángel le contestó:

–«El Espíritu Santo vendrá sobre ti, y la fuerza del Altísimo te cubrirá

con su sombra; por eso el Santo que va a nacer será llamado

Hijo de Dios. También tu pariente Isabel ha concebido un hijo en

su vejez, y ya está de seis meses la que llamaban estéril, porque

para Dios nada hay imposible».

María contestó:

–«He aquí la esclava del Señor, hágase en mí según tu palabra».

Y el ángel se retiró.

Palabra del Señor

R: Gloria a ti, Señor Jesús.

A continuación, luego de bendecir al pueblo con el libro de los

evangelios, el Arzobispo tendrá la homilía. Terminada la homilía,

todos harán la profesión de fe.

PROFESIÓN DE FE

CREO en un solo Dios, Padre todopoderoso,

Creador del cielo y de la tierra,

de todo lo visible y lo invisible.

Creo en un solo Señor, Jesucristo, Hijo único de Dios,

nacido del Padre antes de todos los siglos:

Dios de Dios, Luz de Luz, Dios verdadero de Dios verdadero,

engendrado, no creado, de la misma naturaleza del Padre,

por quien todo fue hecho; que por nosotros lo hombres,

y por nuestra salvación bajó del cielo,

y por obra del Espíritu Santo

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18

se encarnó de María, la Virgen, y se hizo hombre;

y por nuestra causa fue crucificado en tiempos de Poncio Pilato;

padeció y fue sepultado, y resucitó al tercer día,

según las Escrituras, y subió al cielo,

y está sentado a la derecha del Padre;

y de nuevo vendrá con gloria

para juzgar a vivos y muertos, y su reino no tendrá fin.

Creo en el Espíritu Santo, Señor y dador de vida,

que procede del Padre y del Hijo, que con el Padre y el Hijo

recibe una misma adoración y gloria,

y que habló por los profetas.

Creo en la Iglesia, que es una, santa, católica y apostólica.

Confieso que hay un solo bautismo

para el perdón de los pecados.

Espero la resurrección de los muertos

y la vida del mundo futuro.

Amén.

ORACIÓN DE LOS FIELES

El Arzobispo introduce la oración de los fieles:

Oremos llenos de confianza al Padre del cielo, que es compasivo

y bueno, y por intercesión de La Altagracia, Madre de su Hijo y

Madre nuestra, pidamos que nos conceda aquello que necesitamos.

Digamos:

R. Que María de La Altagracia interceda por nosotros.

1. Por el Papa Francisco, por la Conferencia del Episcopado Dominicano,

los demás obispos, sacerdotes, consagrados y laicos

comprometidos: para que como María de La Altagracia, muestren

al mundo a Jesucristo con el testimonio de su fe, con la alegría

de la esperanza cristiana y con el gozo de la unidad que

queremos alcanzar. Oremos.


2. Por nuestro país, para que se acrecienten los sentimientos de

solidaridad y los gobernantes se sientan inspirados en trabajar

por la paz y el progreso de nuestro pueblo, con la misma entrega

generosa de aquella Mujer que dijo Sí a la voluntad de Dios.

Oremos.

3. Por nuestras familias, para que nuestros niños sean protegidos

desde el inicio de la vida humana, nuestros jóvenes se vean alejados

de los vicios y las malas acciones, y nuestros adultos mayores

sean tratados con amor y respeto. Oremos

4. Por el crecimiento de las vocaciones sacerdotales y religiosas;

por la perseverancia de los seminaristas y de los ya consagrados,

para que como María, renueven su sí, cada día. Oremos.

5. Por quienes se han alejado del camino del bien, para que, por

intercesión de María, refugio de los pecadores, se conviertan de

sus malos pasos y obtengan el perdón de sus culpas. Oremos.

6. Por el pueblo dominicano, para que al celebrar el centenario

de la coronación canónica de La Altagracia, haga memoria del

pasado, celebre con alegría el presente y camine con esperanza

hacia el futuro, anunciando la dignidad de la persona humana y

predicando los valores cristianos. Oremos.

7. Por nosotros aquí reunidos, para que imitando a la llena de

gracia, se acreciente nuestra fe y practiquemos las buenas obras

del Evangelio, sirviendo con alegría a todos nuestros hermanos.

Oremos.

19


El Arzobispo concluye con la siguiente oración:

SEÑOR, Dios nuestro,

que has hecho resplandecer

la luz de tu salvación en la Virgen María

a quien hoy veneramos como Reina y Madre:

escucha nuestra oración

y haz fecunda la acción santificadora de la Iglesia

para que toda la humanidad,

una vez alcanzado el perdón de sus pecados,

sea regenerada en tu amor.

Por Jesucristo, nuestro Señor.

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LITURGIA EUCARÍSTICA

Comienzan los cantos para el ofertorio.

OFERTORIO

R. Te presentamos el vino y el pan

Bendito seas por siempre, Señor.

1. Bendito seas Señor, por este pan que nos diste,

fruto de la tierra y del trabajo del hombre.

Te presentamos el vino y el pan.

2. Bendito seas Señor, el vino tu nos lo diste,

fruto de la tierra y del trabajo del hombre.

Te presentamos el vino y el pan.

SALUDO A MARIA

Dios te salve, María, llena eres de gracia (3)

El Señor hizo en ti maravillas; los hombres te aclamamos

y la fuerza de Dios se mostró en tu humildad,

porque Santo es el nombre del Señor.

¡Dios te salve, María! (2)

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Preparado el altar, el diácono echa un poco de agua en el cáliz,

diciendo en secreto:

Por el misterio de esta agua y este vino,

haz que compartamos la divinidad

de quien se ha dignado participar de nuestra humanidad.

El Arzobispo se acerca al altar, toma la patena con el pan y, manteniéndola

un poco elevada sobre el altar, dice en voz baja:

Bendito seas, Señor, Dios del universo, por este pan,

fruto de la tierra y del trabajo del hombre,

que recibimos de tu generosidad y ahora te presentamos;

él será para nosotros pan de vida.

Después deja la patena con el pan sobre el corporal. Toma el cáliz

y, manteniéndolo con ambas manos un poco elevado sobre el altar,

dice en voz baja:

Bendito seas, Señor, Dios del universo, por este vino,

fruto de la vid y del trabajo del hombre,

que recibimos de tu generosidad y ahora te presentamos;

él será para nosotros bebida de salvación.

Después deja el cáliz sobre el corporal.

A continuación el Arzobispo, inclinado profundamente, dice en

secreto:

Acepta, Señor, nuestro corazón contrito

y nuestro espíritu humilde; que este sea hoy nuestro sacrificio

y que sea agradable en tu presencia, Señor Dios nuestro.

Inciensa las ofrendas, la cruz y el altar. Después el diácono inciensa al

Arzobispo, a los demás concelebrantes y al pueblo.

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Luego el Arzobispo, de pie a un lado del altar, se lava las manos,

diciendo en secreto:

Lava del todo mi delito, Señor, limpia mi pecado.

Después, de pie en el centro del altar, de cara al pueblo, extendiendo

y juntando las manos, dice:

Oren, hermanos, para que este sacrificio, mío y de ustedes,

sea agradable a Dios, Padre todopoderoso.

R. El Señor reciba de tus manos este sacrificio,

para alabanza y gloria de su nombre,

para nuestro bien y el de toda su santa Iglesia.

ORACIÓN SOBRE LAS OFRENDAS

DERRAMA, Señor, sobre estos dones

la fuerza del Espíritu Santo

que fecundó a la Madre de tu Hijo,

para que, unidos fielmente a Cristo,

participemos como ella de la plenitud de tu gracia.

Por Jesucristo, nuestro Señor.

A.: Amén.

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24


PREFACIO

Santa María, Madre, Reina y Protectora

V. El Señor esté con ustedes

R. Y con tu Espíritu

V. Levantemos el corazón

R. Lo tenemos levantado hacia el Señor

V. Demos gracias al Señor nuestro Dios

R. Es justo y necesario

En verdad es justo y necesario,

es nuestro deber y salvación

darte gracias siempre y en todo lugar,

Señor, Padre Santo, Dios todopoderoso y eterno

por las obras admirables

que has hecho en santa María, la llena de gracia.

Pues en tu designo de amor para con nosotros,

has concedido a la Madre de tu Hijo

la gracia más alta, otorgada a creatura alguna.

Ella, asociada a la obra de la redención,

ha querido extender su maternal protección

a quienes, elevando sus plegarias devotamente,

la proclaman como Madre y como Reina.

Ella, como Estrella de Oriente,

escogió como morada el naranjo florecido;

ahora guía y protege a los hijos de este pueblo,

para que avanzando en la vida de la gracia,

conserven la fe, la caridad y la esperanza.

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Por eso, Señor,

con todos los ángeles y los santos,

te alabamos ahora y por siempre,

cantando con humilde fe:

El Coro y el pueblo cantan el Santo:

SANTO

Santo, Santo, Santo, es el Señor Dios del Universo.

Llenos están el cielo y la tierra de tu gloria (2)

// Hosanna en el cielo.

Bendito el que viene en nombre del Señor.

Hosanna en el cielo // (2)

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PLEGARIA EUCARÍSTICA III

El Arzobispo, con las manos extendidas, dice:

ANTO eres en verdad, Padre,

Sy con razón te alaban todas tus criaturas,

ya que por Jesucristo, tu Hijo, Señor nuestro,

con la fuerza del Espíritu Santo,

das vida y santificas todo,

y congregas a tu pueblo sin cesar,

para que ofrezca en tu honor

un sacrificio sin mancha

desde donde sale el sol hasta el ocaso.

Junta las manos y, manteniéndolas extendidas sobre las ofrendas,

dice junto a los concelebrantes:

Por eso, Padre, te suplicamos

que santifiques por el mismo Espíritu

estos dones que hemos separado para ti,

Junta las manos y traza una sola vez, el signo de la cruz sobre el pan

y el cáliz conjuntamente, diciendo:

de manera que se conviertan

en el Cuerpo y la Sangre de Jesucristo,

Hijo tuyo y Señor nuestro,

Junta las manos.

que nos mandó celebrar estos misterios.

En las fórmulas que siguen, las palabras del Señor han de pronunciarse

con claridad, como lo requiere la naturaleza de éstas.

Porque él mismo,

la noche en que iba a ser entregado,

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Toma el pan y, sosteniéndolo un poco elevado sobre el altar, prosigue:

tomó pan, y dando gracias te bendijo,

lo partió y lo dio a sus discípulos, diciendo:

Se inclina un poco.

Tomen y coman todos de él,

porque esto es mi Cuerpo,

que será entregado por ustedes.

Muestra el pan consagrado al pueblo, lo deposita luego sobre la

patena y lo adora, haciendo genuflexión. Después prosigue:

Del mismo modo, acabada la cena,

Toma el cáliz y, sosteniéndolo un poco elevado sobre el altar, prosigue:

tomó el cáliz, dando gracias te bendijo,

y lo pasó a sus discípulos, diciendo:

Se inclina un poco.

Tomen y beban todos de él,

porque este es

el cáliz de mi Sangre,

Sangre de la alianza

nueva y eterna, que será derramada

por ustedes y por muchos

para el perdón de los pecados.

Hagan esto en conmemoración mía

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Muestra el cáliz al pueblo, lo deposita luego sobre el corporal y lo

adora, haciendo genuflexión. Luego dice:

Este es el Misterio de la fe.

Y el pueblo prosigue, aclamando junto al coro:

ACLAMACIÓN AL MEMORIAL

Anunciamos tu muerte,

proclamamos tu resurrección.

¡Ven Señor! ¡Ven Señor Jesús! ¡Ven Señor Jesús!

Después el Arzobispo, con las manos extendidas, dice:

Así, pues, Padre, al celebrar ahora el memorial

de la pasión salvadora de tu Hijo,

de su admirable resurrección y ascensión al cielo,

mientras esperamos su venida gloriosa,

te ofrecemos, en esta acción de gracias,

el sacrificio vivo y santo.

Dirige tu mirada sobre la ofrenda de tu Iglesia,

y reconoce en ella la Víctima por cuya inmolación

quisiste devolvernos tu amistad,

para que, fortalecidos con el Cuerpo y Sangre de tu Hijo

y llenos de su Espíritu Santo,

formemos en Cristo un solo cuerpo y un solo espíritu.

Que él nos transforme en ofrenda permanente, 1º CC

para que gocemos de tu heredad junto con tus elegidos:

con María, la Virgen Madre de Dios, su esposo san José,

los apóstoles y los mártires, y todos los santos,

por cuya intercesión confiamos obtener siempre tu ayuda.

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Te pedimos, Padre, que esta Víctima de reconciliación

traiga la paz y la salvación al mundo entero.

2º CC

Confirma en la fe y en la caridad a tu Iglesia,

peregrina en la tierra:

a tu servidor, el Papa Francisco,

a mi hermano Francisco,

obispo de esta Iglesia de Santo Domingo,

a mi hermano Edgar, que preside esta celebración,

a mí, indigno siervo tuyo,

al orden episcopal, a los presbíteros y diáconos,

y a todo el pueblo redimido por ti.

Atiende los deseos de esta familia

que has congregado en tu presencia.

Reúne en torno a ti, Padre misericordioso,

a todos tus hijos dispersos por el mundo.

A nuestros hermanos difuntos

y a cuantos murieron en tu amistad recíbelos en tu reino,

donde esperamos gozar todos juntos

de la plenitud eterna de tu gloria,

Junta las manos.

por Cristo, Señor nuestro,

por quien concedes al mundo todos los bienes.

El Arzobispo toma la patena con el pan consagrado y el cáliz, y

elevándolos, dice:

30


POR CRISTO, con él y en él,

a ti, Dios Padre omnipotente,

en la unidad del Espíritu Santo,

todo honor y toda gloria

por los siglos de los siglos.

El pueblo aclama junto al coro, cantando:

Amén, Amén, Amén (2)

31


32


RITO DE LA COMUNIÓN

El Arzobispo dice:

Fieles a la recomendación del Salvador

y siguiendo su divina enseñanza, nos atrevemos a decir:

Y junto al coro y el pueblo, cantan todos:

Padre nuestro que estás en el cielo,

santificado sea tu Nombre;

venga a nosotros tu reino;

hágase tu voluntad

en la tierra como en el cielo.

Danos hoy nuestro pan de cada día;

perdona nuestras ofensas,

como también nosotros

perdonamos a los que nos ofenden;

no nos dejes caer en la tentación,

y líbranos del mal.

El Arzobispo continúa:

Líbranos de todos los males, Señor,

y concédenos la paz en nuestros días,

para que, ayudados por tu misericordia,

vivamos siempre libres de pecado

y protegidos de toda perturbación,

mientras esperamos la gloriosa venida

de nuestro Salvador Jesucristo.

El pueblo responde:

Tuyo es el reino,

tuyo el poder y la gloria por siempre Señor.

El Arzobispo dice:

Señor Jesucristo, que dijiste a tus apóstoles:

«La paz les dejo, mi paz les doy»;

no tengas en cuenta nuestros pecados,

33


sino la fe de tu Iglesia y, conforme a tu palabra,

concédele la paz y la unidad.

Junta las manos.

Tú que vives y reinas por los siglos de los siglos.

El pueblo responde:

Amén.

El Arzobispo dice:

La paz del Señor esté siempre con ustedes.

El pueblo responde:

Y con tu Espíritu.

El diácono invita a los fieles a que se den la paz, diciendo:

Dense fraternalmente la paz.

Todos se dan la paz. Luego el Arzobispo toma el pan consagrado,

lo parte sobre la patena, y deja caer una parte del mismo en el cáliz,

diciendo en secreto:

El cuerpo y la Sangre de nuestro Señor Jesucristo, unidos en

este cáliz, sean para nosotros alimento de vida eterna.

Mientras tanto, se canta el Cordero de Dios

CORDERO DE DIOS

Cordero de Dios que quitas el pecado del mundo, ten piedad

de nosotros.

Cordero de Dios que quitas el pecado del mundo, ten piedad

de nosotros.

Cordero de Dios que quitas el pecado del mundo, danos la

paz.

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A continuación el Arzobispo, con las manos juntas, dice en secreto

la oración siguiente:

Señor Jesucristo, Hijo de Dios vivo,

que por voluntad del Padre,

cooperando el Espíritu Santo,

diste con tu muerte la vida al mundo,

líbrame, por la recepción de tu Cuerpo y de tu Sangre,

de todas mis culpas y de todo mal.

Concédeme cumplir siempre tus mandamientos

y jamás permitas que me separe de ti.

Los diáconos reparten el Cuerpo del Señor entre los demás

concelebrantes. El Arzobispo hace genuflexión, toma el pan

consagrado y, sosteniéndolo un poco elevado sobre la patena, lo

muestra al pueblo, diciendo:

Éste es el Cordero de Dios, que quita el pecado del mundo.

Dichosos los invitados a la cena del Señor.

Y juntamente con el pueblo, añade:

Señor, no soy digno de que entres en mi casa,

pero una palabra tuya bastará para sanarme.

El Arzobispo dice en secreto:

El Cuerpo de Cristo me guarde para la vida eterna.

Y comulga reverentemente el Cuerpo de Cristo junto a los demás

concelebrantes. Después toma el cáliz y dice en secreto:

La Sangre de Cristo me guarde para la vida eterna.

Y bebe reverentemente la Sangre de Cristo. Luego lo hacen los

demás concelebrantes. Después se acerca con la patena o la píxide

a quienes quieren comulgar y les da la comunión.

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En este momento se hacen los siguientes cantos para acompañar la

comunión:

YO SOY EL CAMINO FIRME

1. Yo soy la Luz del Mundo

no hay tinieblas junto a Mí.

Tendrán la luz de la vida

por la palabra que les di.

R. Yo soy el Camino firme,

yo soy la Vida y la Verdad.

Por mí llegarán al Padre

y el Santo Espíritu tendrán.

2. Yo soy el Pan de Vida

y con ustedes me quedé

Me entrego como alimento,

soy el misterio de la fe.

3. Yo soy el Buen Pastor

y por amor mi vida doy;

yo quiero un solo rebaño,

soy para todos Salvador.

4. Yo soy la Vid Verdadera,

mi Padre Dios, el viñador;

produzcan fruto abundante

permaneciendo en mi amor.

5. Yo soy Señor y Maestro

y un mandamiento nuevo os doy:

que se amen unos a otros

como los he amado yo.

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PLEGARIA A LA VIRGEN

R. Oh Virgen de La Altagracia,

protege al dominicano

que te corona y te proclama

su sola Reina y soberana,

que te corona y te proclama

su sola Reina y soberana.

1. Bajo tu santo manto, oh Virgen bella,

recibe de tus hijos la oración,

que claman por un mundo más humano,

que piden tu luz y protección.

Atiende, Madre, las preces que con confianza

tus devotos te dirigen con amor,

y lleva a Jesús nuestros anhelos,

Oh Virgen de Altagracia, Madre de Dios.

2. Eres, Madre, el refugio del afligido,

consuelo del pobre y pecador.

Protectora, tu pueblo dominicano,

desde siempre te invoca con devoción.

Eres de Oriente, oh Madre, la Estrella hermosa,

que irradia sus fulgores sobre tu pueblo,

concédenos la gracia de ser hermanos

y amarnos como Cristo nos enseñó.

MI ALMA GLORIFICA

R. Mi alma glorifica al Señor, mi Dios

gózase mi espíritu en mi salvador,

Él es mi alegría, es mi plenitud,

Él es todo para mí.

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1. Ha mirado la humildad de su esclava,

muy dichosa me dirán todos los pueblos,

porque en mí ha hecho grandes maravillas

el que todo puede cuyo nombre es: Santo.

2. Su clemencia se derrama por los siglos

sobre aquellos que le temen y le aman;

desplegó el gran poder de su derecha,

dispersó a los que piensan que son algo.

3. Derribó a los potentados de sus tronos

y ensalzó a los humildes y a los pobres.

Los hambrientos se saciaron de sus bienes

y alejó de sí, vacíos a los ricos.

4. Socorrió a Israel, su humilde siervo,

acordándose de su misericordia,

como había prometido a nuestros padres,

a Abraham y descendencia para siempre.

POST-COMUNIÓN

El Coro canta la tradicional oración del Anima Christi.

Terminada la comunión, se tendrá un breve momento de silencio

para la oración personal. Luego, todos de pie, el Arzobispo dice la

Oración después de la comunión.

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ORACIÓN DESPUÉS DE LA COMUNIÓN

Arzobispo:

Oremos.

E suplicamos, Señor,

Tque a cuantos hemos proclamado la muerte de tu Hijo

en este sacramento admirable,

merezcamos participar de su Reino y gloria,

junto con la bienaventurada Virgen María, llena de gracia.

Por Jesucristo, nuestro Señor.

A.: Amén.

ROSA DE ORO Y OFRENDA FLORAL

Terminada la oración después de la comunión, se tendrá la presentación

de la rosa de oro enviada por el papa Francisco. Luego la

ofrenda floral por parte de las diócesis y movimientos altagracianos.

Durante este momento, el Coro entonará el siguiente canto.

DONDE HA FLORECIDO EL NARANJO

1. Te saludamos, sierva humilde del Señor,

hoy te cantamos, a ti predilecta de Dios.

Madre de los que viven, Madre de la humanidad;

la más Altagracia ha puesto en ti el Creador,

y tú en nuestra tierra la haces llover desde donde nace el sol.

R. Donde ha florecido el Naranjo

Dios ha querido su tienda plantar,

pues en sus hojas de verde esperanza

nuestra amada María se quiso quedar.

Donde el Naranjo ha echado raíces

Ella nos cubre con su protección,

y nos enseña como adorar al Señor.

¡Aleluya, aleluya! Amén.

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2. Canta con gozo y exulta en el Señor,

pues te ha vestido con traje de gala y de sol.

Tú, la perfecta creyente, tú nos inspiras la fe;

oh fiel medianera, la gracia alcánzanos ver,

queremos decirle que sí al Señor,

ser santos y el cielo obtener.

3. Virgen hermosa, que en la cruz nos engendró,

somos tus hijos, nos llevas en tu corazón.

Eres consuelo del pobre, de aquel que sufre, salud;

ayúdanos, Madre, a contar las grandezas de Dios,

sirviendo y amando como san José,

por muchos la vida ofrecer.

ACTO DE CONSAGRACIÓN

El pueblo es invitado a pronunciar todos juntos la oración de consagración

del centenario:

Virgen y Señora Nuestra de La Altagracia,

al concluir el año jubilar dedicado a ti,

queremos saludarte con las palabras del Ángel Gabriel:

«Dios te salve, María, llena eres de gracia»

y proclamarte como nuestra Reina y soberana.

Tu nos visitaste hace más de quinientos años,

como lo hiciste con tu prima Isabel,

impulsando el ardor misionero en nuestros evangelizadores.

Hemos venido a encontrarnos contigo

para proclamar tu bendito nombre de La Altagracia,

porque tú eres la «llena de gracia»,

la predilecta de Dios nuestro Padre,

y la fecundada por obra del Espíritu Santo

para ser la Madre de Aquel por quien todo vive.

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Virgen de La Altagracia, como el Verbo se hizo carne en ti,

venimos a pedirte que el Evangelio de tu Hijo

se encarne en cada uno nosotros y en nuestra cultura.

Nosotros, pastores y fieles,

al concluir el centenario de tu coronación,

nos consagramos a ti, Madre solícita y amorosa,

y te encomendamos a los niños y a los jóvenes,

a los ancianos, a los pobres y a los enfermos,

a cada una de las diócesis y arquidiócesis del país,

a todas las familias y comunidades cristianas,

las vocaciones y los ministerios laicales,

a todos los hombres de buena voluntad,

que viviendo su bautizo,

o fieles a la semilla del Verbo impresa en su corazón,

han decidido rechazar toda maldad

y asumir el proyecto del bien común.

Imploramos de tu Hijo el perdón por las injusticias cometidas,

y prometemos trabajar en la Evangelización

para caminar juntos como hombres y mujeres de fe,

hasta lograr que reine la paz y la esperanza;

que el amor venza al odio, la unidad a la rivalidad,

la generosidad al egoísmo, la verdad a la mentira,

la justicia a la iniquidad, la comprensión a la violencia,

y la acción de gracias a la indiferencia religiosa.

Señora y Madre Nuestra de La Altagracia,

que con Jesús y san José, conformas la Sagrada Familia,

consagra nuestras familias, vela por ellas y protégelas

para que sean el modelo de una nueva sociedad.

Nuestra Señora de La Altagracia, ruega por nosotros. Amén.

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42


Terminado el acto de consagración, Mons. José Grullón tendrá las

palabras finales. Después de los avisos oportunos, el Arzobispo

impartirá la bendición apostólica con indulgencia plenaria.

BENDICIÓN APOSTÓLICA

El diácono anuncia la bendición apostólica:

En virtud de la gracia concedida por el Santo Padre Francisco a

la Conferencia del Episcopado Dominicano para el año jubilar

Altagraciano, el Excelentísimo Mons. Edgar Peña Parra, por la

gracia de Dios y de la Sede Apostólica, Arzobispo titular de

Telepte, Sustituto para los Asuntos Generales de la Secretaría

de Estado del Vaticano y Enviado Especial a las celebraciones

de clausura del centenario de la coronación de la imagen

de Nuestra Señora de La Altagracia, va a impartir la Bendición

Apostólica en nombre del Romano Pontífice con Indulgencia

Plenaria a todos los presentes verdaderamente arrepentidos,

y que hayan recibido los sacramentos de la Penitencia y de la

Eucaristía. Esta bendición también llega a quienes siguen esta

celebración en directo a través de los diversos medios. Rueguen

a Dios por nuestro Santo Padre el Papa Francisco, y por

la Santa Madre Iglesia, y procuren caminar en plena comunión

con ella por la santidad de sus vidas.

Arzobispo:

A.:

El Señor esté con ustedes

Y con tu espíritu.

Arzobispo:

El Padre Misericordioso, por el gran amor que tuvo para con

la Madre de su Unigénito, les conceda la salud del alma y del

cuerpo.

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Arzobispo:

Jesucristo, el fruto bendito de la Virgen María, les conceda

adornarse con las virtudes que les hacen más gratos a Él.

A.: Amén.

Arzobispo:

El Epíritu Santo, que descendió sobre la Santísima Virgen, les

conceda la alegría de la paz y les mantenga unidos en el seno

de la Madre Iglesia.

A.: Amén.

Arzobispo:

Y por la intercesión de los bienaventurados Apóstoles Pedro

y Pablo, les bendiga Dios Todopoderoso, Padre, Hijo, y

Espíritu Santo.

A.: Amén.

Diácono: Pueden ir en paz.

A.: Demos gracias a Dios

El Coro y el pueblo entonan el canto final.

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SALVE REINA DE LOS CIELOS

R. Salve, Reina de los cielos

de los ángeles, Señora

¡Salve, raíz! ¡Salve, puerta

que dio paso a nuestra luz!

Gózate, Virgen Gloriosa,

entre todas la más bella;

¡Salve, agraciada doncella!

a Cristo ruega por nos.

1. Hoy alegre nuestro pueblo

conmemora el Centenario

en el que tu Imagen Santa

la corona recibió.

2. Son sus votos y cariño,

Virgencita de Altagracia,

la corona que hoy tus hijos

te ofrecen con devoción.

3. Virgen Santa, Virgen Pura,

Madre del dominicano,

no desoigas nuestros ruegos

y danos tu bendición.

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Despedida de la Imagen

HIMNO A NUESTRA SEÑORA DE LA ALTAGRACIA

R. Virgen santa tus hijos dichosos,

entonamos un himno en tu honor;

con fe viva y llenos de gozo

te ofrecemos fervorosos

nuestro amor y filial devoción.

1. En su manto divino de estrellas

coloquemos con fe nuestro suelo,

y será nuestra patria más bella

y mas lleno de luz nuestro cielo.

R. Quisqueyanos, con ímpetu nuevo,

de la Virgen vayamos en pos;

que florezca en amor nuestro anhelo,

que ella quiere, que ella quiere,

que ella quiere llevarnos a Dios.

2. ¡Altagracia! ¡Altagracia! a tu grito,

sentiremos un único anhelo

ser vasallos de Cristo bendito

y servir a la Reina del Cielo.

3. Que a la patria todo descienda,

como lluvia de amor su mirada;

y su fuego divino la encienda,

en ardiente y vital llamarada.

46


47


CONFERENCIA DEL EPISCOPADO DOMINICANO

DERECHOS RESERVADOS

2022

IMPRESO EN EDITORA TELE3

SANTO DOMINGO, REPÚBLICA DOMINICANA

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21 años llevando

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