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magia ceremonial

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ejecutado los preparativos; después de que los conjuros hayan

sido repetidos desde las fogosas profundidades de las entrañas, y

que una cierta intensidad eleve el estado alterado de conciencia a

unas alturas jamás soñadas por el Practicante; después de que los

fenómenos físicos hayan disminuido y que una forma empiece a

tomar cuerpo en el ascendente y ahora arremolinado humo del

perfume del arte que envuelve el círculo; después de que todos

estos esfuerzos y sus efectos hayan impulsado la mismo alma del

Operador a los límites más lejanos de la experiencia humana,

entonces y sólo entonces comienza la tarea.

Para eso en esta coyuntura el Operador debe dejar (y no

hacer) que la conexión entre su conciencia finita y la divinidad

dentro de él tenga lugar. Y desearlo automáticamente, en virtud

de los rigores de la preparación y ejecución que ha soportado

hasta ese punto. La Nueva Era necesita falsear esta conexión o

intentar inducirla a voluntad viéndose por lo que es: una mentira.

Pero al mismo tiempo, el Practicante debe mantener un control

sobre su propia conciencia, porque dentro del Operador surgirá

un extraño tipo de intoxicación.

En este estado, uno se sentirá cambiado. Uno no será

quién era antes. El Operador sentirá una plenitud, y literalmente

percibirá una brillante luz en la que se encontrara la mente. Este

estado evolucionara rápidamente a un estado de exaltación, luego

a un éxtasis, siguiendo, una beatitud, y entonces prontamente

hacia algo más allá de la beatitud, algo sobre lo que el lector

puede haber leído en la literatura mágica. Finalmente, el nombre

a ser fijado a este avanzado estado de existencia que yace más allá

de la beatitud será encontrado en: Amor Divino. No es el amor

con el que usted está normalmente familiarizado, ni incluso en

sus momentos más generosos. Nada se le puede comparar. Es el

Amor Divino por todas las cosas, incluso por la entidad que

aparece en el humo del incienso.

En ese momento, entenderá que no necesita obligar al ser

a que haga algo por usted. Más bien, sabrá que tendrá que

obligarse así mismo a mantener algún control consciente sobre si

para poder completar el rito. No puede decirse nada más simple

que esto. Es un estado que debe ser experimentado, y una vez

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