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sistema mágico que sería extendido y popularizado por Crowley
en la próxima era mágica a seguir. No obstante aquí también, la
información básica derivada del trabajo de Goodwin contenía
muchos errores y omisiones. Aunque varios de ellos han sido
corregidos por los autores posteriores a Crowley, el ritual real
como es contenido en el papiro en cuestión es inmensamente
diferente de lo que todavía se encuentra en los libros publicados
sobre el asunto.
El tercer gran evento que ocurrió durante este período fue
el trabajo mágico y los detallados escritos de Alphonse Louis
Constant (1810─1875), conocido por su lema mágico o nombre
de Eliphas Levi. Los trabajos de Levi están profundamente
empapados de Cristianismo lo que es evidente por su teología. A
pesar de todo, él no yerra nada hasta donde la Cábala teórica y
Práctica o Magia Aplicada está implicada.
Mi impresión es que la vida de Levi y los escritos
constituyen el primero intento significativo por lograr una síntesis
de la doctrina cristiana con la filosofía Esotérica y los principios
mágicos. Él estaba ocupado con la síntesis de esos tres grandes
asuntos que corren como un hilo continuo a lo largo de todas las
eras de la magia: la naturaleza del Hombre, el Universo, Dios y la
intersección de los tres. Sus muchos libros reflejan algunos de los
anteriores principios Cabalísticos de Agrippa, aunque él también
toma prestado tales textos estrictamente judíos como Siphra
Dzeniuta de Simeon Ben─Jochal, y el texto clásico de Johann
Reuchlin el De Arte Cabalistics (El Arte de la Cábala), junto con
el De Verbo Mirifico de Reuchlin (El Verbo Mirífico).
Es interesante observar que tanto Levi, como Agrippa,
estuvieron así influenciados por Reuchlin. Un seguidor estricto
del misticismo judío, Reuchlin se negó a unirse con sus
contemporáneos cristianos de la época, creyéndoles culpables de
albergar intenciones para destruir la Cábala hebrea y el Talmud.
Reuchlin se expreso en contra de esta arrogancia cristiana tal y
como él la percibió, insistiendo en que sólo era posible que los
Cristianos tuvieran intercambios intelectuales significativos con
los judíos salvo que primero adquirieron un profundo conocimiento
de los filósofos judíos y de sus doctrinas.
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