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tuvieras una copia de ese excepcional documento de salvación.
Sólo los sacerdotes, aquellos ordenados por la Santa Madre
Iglesia y el ‘verdadero’ representante de Cristo en la tierra, podría
hacer esto. Y así de esta manera debías obedecer.
Si fueras de algún modo ‘bendecido por la gracia de
Dios’, serias reclutado por el sacerdote local a una temprana
edad, y entrarías en la única organización común de la iglesia que
te proporcionaría una medida sustancial de protección física y
sustento. Sería en el monasterio dónde te convertirías en un
Hermano. Allí, se te enseñaría a leer y escribir, pero sólo cosas
aprobadas como los Evangelios y escrituras de los primeros
santos. Después de algún tiempo, aprenderías de los silenciosos
cuchicheos de los viejos Hermanos, de las colecciones de trabajos
heréticos guardados bajo llave por el Abad principal en sólidas
estancias en lugares prohibidos del monasterio.
Tales horrendos manuscritos presentaban los detalles de
ley y justicia romana, literatura pagana, tesoros de arte
condenables que retrataban el cuerpo humano desnudo, y sí,
incluso escrituras repugnantes de los griegos que se atrevían a
enseñar los principios de lógica, matemáticas y el funcionamiento
de la mente y alma humana, todo lo cual retrataba el mundo
alrededor tuyo como algo de valor para estudiar y aprender en un
intento de proporcionar algún control sobre él. Todo estaba allí,
pero sólo para los ojos de alto rango, la privilegiada jerarquía de
la iglesia. No era para ti. Solo podían ser estudiados para
enseñarte lo que era mejor para ti. Pero ciertamente, estarías
incapacitado para semejantes "operaciones del diablo." Tus
superiores eran mejores que tu, porque Dios, en su sabiduría
infinita, los vio como adecuados dispensadores de Su ley, lo que
ellos determinaban que debías conocer era lo apropiado para ti,
un simple Hermano nada más.
Pero la antigua iglesia llevo esta continuada evolución
estructural y jerárquica mucho más allá. Incluso si eras
excepcional y más tarde eras ‘educado’ como sacerdote, aun así
te permitirían sólo esos trabajos aceptados y determinados por
alguien del siguiente grado por encima tuyo. Tanto Si tenías una
iglesia diminuta y pobremente construida en mitad de algún
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