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magia ceremonial

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durante los siguientes quince siglos. Irónicamente, el surgimiento

meteórico de esta religión empezó bajo el Emperador romano

Constantino en el 325 D.C.

Imagínese viviendo en esa época. Luchando con la tierra

para obtener la comida necesaria siempre y cuando fuera lo

bastante afortunado como para tener una cabaña en el bosque y un

acceso a un pequeño trozo de tierra, o realizando trabajos serviles

para aquellos con una situación un poco mejor que la suya, allí

estaban la muerte y la destrucción agarrándole constantemente de

sus harapientos ropajes. ¿Era esto una maravilla que distanciaba

su atención de una vida larga y feliz en este mundo, para aceptar

un credo que le prometía alegría eterna alrededor del trono de

Dios si usted buscaba la salvación y sólo la salvación en esta corta

vida?

Claro semejante salvación sólo podía obtenerse por la

aceptación completa y ciega de la iglesia cristiana en su

integridad. Su dogma y doctrina reemplazaron todo los sueños y

aspiraciones. La asistencia y participación en su primera

creación, el ritual sintético llamado "La Celebración de la Misa",

fue un requisito absolutamente obligatorio. La participación

mínima exigía por lo menos acudir una vez a la semana al Sabbat

del Domingo; y con más frecuencia, si su miserable condición de

vida se lo permitía.

La nueva autoridad de su mundo de muertos vivientes (los

Sacerdotes) se convirtieron en los guardianes de las llaves para

las puertas del Cielo, por las que tendrías que entrar. La

obediencia rígida y absoluta a su palabra así como la predicación

de los Evangelios, y de sus propios antojos personales, serían

entonces la luz que guiaría tu vida.

La compleja, y altamente prospera estructura social de la

civilización romana fue así enormemente simplificada. Ellos eran

los amos, los administradores diarios así como la ley espiritual.

Ahora solo serias un elemento en ese patético cuerpo que ellos

llamaron los creyentes, o trabajarías como esclavo si así lo

preferías. No serías apto para entender e interpretar la Biblia, si de

hecho, fueras lo bastante afortunado como para haber sido

enseñado a leer por alguien que hubiese aprendido de otro, y si

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