magia ceremonial

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"Cualquiera tecnología lo suficientemente avanzada
es indistinguible de la magia."
─ Arthur C. Clarke
Uno de los más recurrentes y frustrantes rasgos de mi
implicación en los grupos esotéricos durante los últimos treinta
años es la irritante y la aparentemente inevitable tendencia de las
personas a simplificar la práctica esotérica hasta el punto de
destriparla.
En la América principalmente protestante, e incluso la
Cristiana ─una religión de por sí simple bien pasado el límite de
la estupidez─ ha estado reduciendo la elegante ceremonia del
Catolicismo y de la iglesia episcopal, a congregaciones que
simplemente se sientan en los bancos para lamentarse o, a lo
sumo, caer (a menudo falsamente) en ataques histéricos en una
aclamación Pentecostélica.
En una cultura en la que se usan desganadas y supersticiosas
tradiciones religiosas, y casi completamente alienadas de
la antigua práctica esotérica, no es sorprendente que incluso los
cauces ocultos más serios hayan sufrido esta tendencia.
Desde que empecé a estudiar solo en el Medio Oeste,
descubrí las fuentes clásicas solo con gran dificultad, estaba
escudado de la moralina y "ñoñería" que estaban teniendo lugar
en los movimientos como la Wicca por los tardío 1970.
Uno de mis primeros encuentros con estos fenómenos
llego temprano en mi implicación con una orden oculta después
de mi mudanza al Sur de California en 1978. Un hombre estaba
en conversación con otro sobre el Goecia (la Clave Menor de
Salomón) y oí por casualidad como explicaba que "el círculo
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