Los 7 hábitos de la gente altamente efectiva- Stephen R.Covey
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<strong>Los</strong> 7 <strong>hábitos</strong> <strong>de</strong> <strong>la</strong> <strong>gente</strong> <strong>altamente</strong> <strong>efectiva</strong><br />
<strong>Stephen</strong> R. <strong>Covey</strong><br />
«Lo sé», respondió él con una paciencia forzada. «Pero puesto que no quieres <strong>de</strong>cirme exactamente qué<br />
es, supongo que el mejor modo <strong>de</strong> <strong>de</strong>scubrirlo consiste en <strong>de</strong>scubrir lo que no es. ¿Vives don<strong>de</strong> quieres vivir?»<br />
«Supongo que sí.»<br />
«Querida, <strong>Stephen</strong> va a estar aquí sólo unos pocos minutos para tratar <strong>de</strong> ayudarnos. Respon<strong>de</strong> con un<br />
rápido "sí' o "no". ¿Vives don<strong>de</strong> quieres vivir?»<br />
«Sí.»<br />
«Muy bien. Este tema está resuelto. ¿Tienes <strong>la</strong>s cosas que quieres tener?»<br />
«Sí.»<br />
Esto siguió un tiempo más. Yo advertí que no conducía a ningún sitio, <strong>de</strong> modo que intervine y dije: «¿Es<br />
así como funciona su re<strong>la</strong>ción?».<br />
«Día tras día, <strong>Stephen</strong>», respondió él.<br />
«Ésta es <strong>la</strong> historia <strong>de</strong> nuestro matrimonio», volvió a suspirar el<strong>la</strong>.<br />
<strong>Los</strong> miré a ambos, y se me ocurrió que eran dos medios cerebros que vivían juntos. «¿Tienen hijos?», les<br />
pregunté.<br />
«Sí, tenemos dos.»<br />
«¿En serio?», insistí con incredulidad. «¿Cómo lo han hecho?»<br />
«¿Qué quiere <strong>de</strong>cir que cómo lo hicimos?»<br />
«¡Han sido sinérgicos!», exc<strong>la</strong>mé. «Uno más uno habitualmente es igual a dos. Pero uste<strong>de</strong>s hicieron que<br />
uno más uno fuera igual a cuatro. Ahora bien, eso es sinergia. El todo es más que <strong>la</strong> suma <strong>de</strong> sus partes. Así<br />
que, ¿cómo lo hicieron?»<br />
«Usted sabe cómo lo hicimos», me contestó el hombre.<br />
«¡Seguramente valoraron <strong>la</strong>s diferencias!», fue mi comentario.<br />
Valorando <strong>la</strong>s diferencias<br />
La valoración <strong>de</strong> <strong>la</strong>s diferencias (mentales, emocionales, psicológicas) es <strong>la</strong> esencia <strong>de</strong> <strong>la</strong> sinergia. Y <strong>la</strong><br />
c<strong>la</strong>ve para valorar esas diferencias consiste en compren<strong>de</strong>r que todas <strong>la</strong>s personas ven el mundo no como es,<br />
sino como son el<strong>la</strong>s mismas.<br />
Si yo viera el mundo como es, ¿<strong>de</strong> qué me serviría valorar <strong>la</strong>s diferencias? ¿Por qué habría <strong>de</strong> molestarme<br />
siquiera en prestar atención a alguien que está «fuera <strong>de</strong>l camino»? Mi paradigma es que soy objetivo; veo el<br />
mundo tal como es. Todos los otros se <strong>de</strong>jan enterrar por <strong>la</strong>s minucias, pero yo veo todo el cuadro. Por ello me<br />
l<strong>la</strong>man «supervisor»: tengo una «supervisión».<br />
Con ese paradigma nunca seré <strong>efectiva</strong>mente inter<strong>de</strong>pendiente, ni siquiera <strong>efectiva</strong>mente in<strong>de</strong>pendiente.<br />
Me limitarán los paradigmas <strong>de</strong> mi propio condicionamiento.<br />
La persona verda<strong>de</strong>ramente <strong>efectiva</strong> tiene <strong>la</strong> humildad y el respeto necesarios para reconocer sus propias<br />
limitaciones preceptúales y apreciar los ricos recursos que pone a su disposición <strong>la</strong> interacción con los<br />
corazones y <strong>la</strong>s mentes <strong>de</strong> otros seres humanos. Esa persona valora <strong>la</strong>s diferencias porque esas diferencias<br />
acrecientan su conocimiento, su comprensión <strong>de</strong> <strong>la</strong> realidad. Librados a nuestras propias experiencias,<br />
constantemente pa<strong>de</strong>cemos una insuficiencia <strong>de</strong> datos.<br />
¿Es lógico que dos personas disientan y que ambas tengan razón? No es lógico, es psicológico. Y es muy<br />
real. Usted ve a <strong>la</strong> joven, yo veo a <strong>la</strong> anciana. <strong>Los</strong> dos miramos el mismo dibujo, y los dos tenemos razón.<br />
Vemos <strong>la</strong>s mismas líneas negras, los mismos espacios en b<strong>la</strong>nco. Pero los interpretamos <strong>de</strong> diferente modo,<br />
porque hemos sido condicionados para ello.<br />
A menos que valoremos <strong>la</strong>s diferencias <strong>de</strong> nuestras percepciones, a menos que nos valoremos<br />
recíprocamente y creamos en <strong>la</strong> posibilidad <strong>de</strong> que ambos tengamos razón, <strong>de</strong> que <strong>la</strong> vida no sea siempre un<br />
«O esto o aquello» dicotómico, <strong>de</strong> que casi siempre hay terceras alternativas, nunca podremos trascen<strong>de</strong>r los<br />
límites <strong>de</strong> ese condicionamiento.<br />
Lo único que yo puedo ver es a <strong>la</strong> anciana. Pero comprendo que usted vea alguna otra cosa. Y lo valoro.<br />
Valoro su percepción. Quiero compren<strong>de</strong>r.<br />
De modo que cuando tomo conciencia <strong>de</strong> <strong>la</strong> diferencia <strong>de</strong> nues tras percepciones, digo: «¡Bien! Usted lo ve<br />
<strong>de</strong> otro modo. Ayú<strong>de</strong>me a ver lo mismo que usted».<br />
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