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tufloo (τυφλόω, 5186), cegar (de una raíz tuf–, quemar, humear; cf. tufos, humo). Se usa

metafóricamente, del encegamiento del intelecto (Jn 12.40; 2 Co 4.4; 1 Jn 2.11).

CIELO, CELESTE, CELESTIAL

A. Nombres

1. ouranos (οὐρανός, 3772), probablemente relacionado con ornumi, levantar, alzar. Se usa en el

NT: (a) de los cielos aéreos (p.ej., Mt 6.26; 8.20; Hch 10.12; 11.6; Stg 5.18); (b) del cielo sideral (p.ej., Mt

24.29, 35; Mc 13.25, 31; Heb 11.12; Ap 6.14; 20.11); tanto (a) como (b) fueron creados por el Hijo de

Dios (Heb 1.10), así como también por Dios el Padre (Ap 10.6); (c) son la morada eterna de Dios (Mt

5.16; 12.50; Ap 3.12; 11.13; 16.11; 20.9). De allí descendió el Hijo de Dios para encarnarse (Jn 3.13,31;

6.38,42). En su ascensión, Cristo «traspasó los cielos» (Heb 4.14, RVR; RV: «penetró los cielos»); «subió

por encima de todos los cielos» (Ef 4.10), y fue «hecho más sublime que los cielos» (Heb 8.1); está «a la

diestra de Dios», habiendo subido al cielo (1 P 3.22). Desde su ascensión, el cielo es la esfera de su

presente vida y actividad (p.ej., Ro 8.34; Heb 9.24). De allí descendió el Espíritu Santo en Pentecostés (1

P 1.12). Es la morada de los ángeles (p.ej., Mt 18.10; 22.30; cf. Ap 3.5). Allí fue Pablo arrebatado, no

sabiendo si era en el cuerpo o fuera del cuerpo (2 Co 12.2). Ha de ser la morada eterna de los santos en la

gloria de la resurrección (2 Co 5.1). De allí descenderá Cristo al aire para recibir a sus santos en el

arrebatamiento (1 Ts 4.16; Flp 3.20, 21), y vendrá posteriormente con sus santos y con sus santos ángeles

en su Segunda Venida (Mt 24.30; 2 Ts 1.7). En la presente vida, el cielo es la región de la ciudadanía

espiritual de los creyentes (Flp 3.20). Los cielos actuales, con la tierra, han de «pasar» (2 P 3.10),

«encendiéndose» (v. 12; véase v. 7; Ap 20.11), y se crearán nuevos cielos y una nueva tierra (2 P 3.13; Ap

21.1, con Is 65.17, p.ej.).

En Lc 15.18, 21, se usa cielo para denotar a Dios, por metonimia. En Heb 9.23, se traduce

«celestiales» (RV, RVR, RVR77, VM, lit., «de los cielos»).

2. mesouranema (μεσουράνημα, 3321) denota el cielo medio, o el medio de los cielos

(mesos, medio, y Nº 1) (Ap 8.13; 14.6; 19.17). Véase MEDIO.

B. Adjetivos

1. ouranios (οὐράνιος, 3770), significando celestial, del cielo. Se corresponde con A, Nº 1, y se

usa: (a) como apelación de Dios el Padre (Mt 6.14, 26, 32: «vuestro Padre celestial»; 15.13: «mi Padre

celestial»); (b) como descripción de los santos ángeles (Lc 2.13: «huestes celestiales»); (c) de la visión

contemplada por Pablo (Hch 26.19: «visión celestial»).

2. epouranios (ἐπουράνιος, 2032), celeste, celestial, lo que pertenece, o está, en el cielo (epi, en

el sentido de «pertenecer a»), no aquí, sino «arriba», tiene significados que se corresponden a algunos de

los significados de ouranos, A, Nº 1. Se usa: (a) de Dios el Padre (Mt 18.35); (b) del lugar donde Cristo

fue al Padre, «sentándole a su diestra en los lugares celestiales», esto es, en una posición de autoridad

divina (Ef 1.20); y de la presente posición de los creyentes en relación con Cristo (Ef 2.6); donde poseen

«toda bendición espiritual» (Ef 1.3); (c) de Cristo como el «segundo hombre», y de todos los que están

relacionados con Él espiritualmente (1 Co 15.48); (d) de aquellos cuya esfera de actividad o de existencia

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