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Tanto mujeres como hombres podían «hacer votos». Números 30 tiene que ver con las leyes que rigen

los votos; cf. Nm 30.2: «Cuando alguno hiciere voto a Jehová, o hiciere juramento ligando su alma con

obligación»; y Nm 30.3: «Mas la mujer, cuando hiciere voto a Jehová, y se ligare con obligación».

La Septuaginta usa eujomai («desear»).

B. Nombre

neder ( 5088 , ), «voto; ofrendas votivas». Este nombre aparece 60 veces en hebreo bíblico y a

menudo (19 veces) se usa junto con el verbo: «Ni los votos [neder] que prometieres [nadar]» (Dt

12.17). Las versiones modernas traducen este conjunto de diversas formas: transforman el nombre con el

verbo en una expresión idiomática: «Nada de lo que hayan prometido al Señor» (LVP); adoptan un uso

técnico destacando el nombre: «Ninguna de tus ofrendas votivas» (BJ) o bien traducen ambos términos

como nombres: «los votos, las ofrendas» (NBE).

El voto tiene dos formas básicas: incondicional y condicional. El «voto» incondicional es un

«juramento» mediante el cual una persona se compromete sin esperar recompensa: «Pagaré mis votos a

Jehová delante de todo su pueblo» (Sal 116.14). Quien así se compromete está obligado a cumplir. Una

vez pronunciada, la palabra votiva tiene la misma fuerza de un juramento que, en la mayoría de los casos,

no puede violarse: «Cuando alguno hiciere voto a Jehová, o hiciere juramento ligando su alma con

obligación, no quebrantará su palabra; hará conforme a todo lo que salió de su boca» (Nm 30.2). El

«voto» condicional generalmente contiene una cláusula previa detallando las condiciones necesarias para

el cumplimiento del voto: «E hizo Jacob voto, diciendo: Si fuere Dios conmigo, y me guardare en este

viaje en que voy, y me diere pan para comer y vestido para vestir, y si volviere en paz a casa de mi padre,

Jehová será mi Dios … y de todo lo que me dieres, el diezmo apartaré para ti» (Gn 28.20–22).

Los votos, por lo general, se hacían en situaciones muy serias. Jacob necesitaba la seguridad de la

presencia del Señor antes de partir para Padan-aram (Gn 28.20–22). Jefté hizo un «voto» precipitado antes

de salir para la batalla (Jue 11.30; cf. Nm 21.1–3); cuando Ana hizo su «voto», deseaba un niño de todo

corazón (1 S 1.11). Por más que los «votos» condicionados se hacen a menudo por desesperación, esto no

altera el carácter obligatorio del mismo. Eclesiastés amplía la enseñanza veterotestamentaria sobre el

«voto»: «Cuando hagas un voto a Dios, no tardes en cumplirlo … Cumple lo que prometes. Mejor es que

no prometas, a que prometas y no cumplas … ni digas delante del mensajero que fue un error» (5.4–6

RVA). Primero, un «voto» siempre es para Dios. Aun los gentiles hacían «votos» (Jn 1.16). Segundo, el

«voto» es voluntario y está abierto a cualquiera. En el Antiguo Testamento el «voto» no es patrimonio de

personas piadosas ni es un requisito religioso. Tercero, una vez hecho el «voto» debe cumplirse. Un

«voto» no se puede anular. Con todo, el Antiguo Testamento ofrecía la alternativa de «redimir» el «voto»;

pagando el equivalente de su valor en plata, se podían redimir una persona, un campo o una casa

dedicados por «voto» al Señor (Lv 27.1–25).

Esta práctica decayó en los tiempos de Jesús. El Talmud, por tanto, desaprueba el «voto» y llama a

«pecadores» a quienes lo hacen.

Neder significa también una clase de ofrenda: «Allá llevaréis vuestros holocaustos, vuestros

sacrificios, vuestros diezmos, la ofrenda alzada de vuestras manos, vuestras ofrendas votivas, vuestras

ofrendas voluntarias» (Dt 12.6 RVA). En particular el vocablo indica algún tipo de ofrenda por la paz u

«ofrenda votiva» (Esd 7.16). Era también una especie de ofrenda de gratitud: «He aquí sobre los montes

los pies del que trae buenas nuevas, del que anuncia la paz. Celebra, oh Judá, tus fiestas, cumple tus

votos» (Nah 1.15). En estos casos aun los gentiles expresaban su gratitud a Dios probablemente con una

ofrenda que prometieron a condición del cumplimiento de una plegaria (cf. Nm 21.1–3). Tales ofrendas

podían también ser expresiones de celo hacia las cosas de Dios (Sal 22.25). A Dios se le podía ofrendar

נֶֶדֶר

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