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escondrijo, y se están en sus moradas». El mismo vocablo puede connotar «bestias malvadas»: «Ahora

pues, venid, y matémosle y echémosle en una cisterna, y diremos: Alguna mala bestia lo devoró» (Gn

37.20). Matizando un poco más, el término describe los animales terrestres a diferencia de las aves y de

los peces: «Fructificad y multiplicaos; llenad la tierra, y sojuzgadla, y señoread en los peces del mar, en

las aves de los cielos, y en todas las bestias que se mueven sobre la tierra» (Gn 1.28).

Pocas veces jayyah se refiere a animales domesticados: «Tendrán ellos las ciudades para habitar, y

los ejidos de ellas serán para sus animales, para sus ganados y para todas sus bestias» (Nm 35.3). A veces

la palabra se refiere a seres vivientes en general: «Y en medio de ella la figura de cuatro seres vivientes»

(Ez 1.5). En pasajes como estos el vocablo es sinónimo del término hebreo nepesh («alma, vida, ser»).

El plural de jay es jayyîm, un término general que indica «vida» en oposición a «muerte». Esta

acepción se encuentra en Dt 30.15: «Mira, yo he puesto delante de ti hoy la vida y el bien, la muerte y el

mal». Obsérvese también Gn 27.46: «Y dijo Rebeca a Isaac: Fastidio tengo de mi vida, a causa de las

hijas de Het». Un segundo matiz del plural quiere decir «vida», o sea, los días de nuestra vida: «Sobre tu

pecho andarás, y polvo comerás todos los días de tu vida» (Gn 3.14). La misma idea se encuentra en Gn

23.1: «Fue la vida de Sara ciento veintisiete años; tantos fueron los años de la vida de Sara». El «aliento

de vida» en Gn 2.7 es el aliento que trae «vida»: «Entonces Jehová Dios formó al hombre del polvo de la

tierra, y sopló en su nariz aliento de vida, y fue el hombre un ser viviente».

El «árbol de vida» es aquel que ofrece «vida eterna» o perdurable. En otras palabras, sus frutos dan

«vida»: «Jehová Dios hizo nacer de la tierra todo árbol delicioso a la vista, y bueno para comer; también

el árbol de vida en medio del huerto» (Gn 2.9). Otro matiz del vocablo sugiere una calidad especial de

vida, la vida como un don especial de Dios (un don de salvación): «A los cielos y a la tierra llamo por

testigos hoy contra vosotros, que os he puesto delante la vida y la muerte, la bendición y la maldición;

escoge, pues, la vida, para que vivas tú y tu descendencia» (Dt 30.19). El plural de la palabra puede

indicar «personas vivientes»: «Y se puso entre los muertos y los vivos; y cesó la mortandad» (Nm 16.48).

C. Adjetivo

jay ( 2416 , ), «vivo o viva; viviente». El término tiene cognados en ugarítico, cananeo, fenicio,

púnico y arameo. Se encuentra unas 481 veces en todos los períodos del hebreo de la Biblia.

El vocablo jay se usa como nombre y también adjetivo. Como adjetivo califica a personas, a animales

y a Dios, pero nunca a plantas. En Gn 2.7 el adjetivo junto con el nombre nepesh (alma, persona, ser)

quiere decir «ser viviente»: «Entonces Jehová Dios formó al hombre del polvo de la tierra, y sopló en su

nariz aliento de vida, y fue el hombre un ser viviente». El mismo conjunto de palabras se usa en Gn 1.21,

aunque con un significado un poco diferente: «Y creó Dios … todo ser viviente que se mueve, que las

aguas produjeron según su género». En este caso un nepesh viviente («creatura») es un animal. En Dt

5.26 se menciona a Dios como el Dios «viviente», a diferencia de los ídolos y dioses sin vida de los

paganos.

Con un matiz más marcado, jay describe carne (animal o humana) subcutánea o «carne cruda». En Lv

13.10 se comenta que la lepra descubría la carne «viva» (jay): «Si al examinarlo el sacerdote observa un

tumor blanco en la piel, el cual ha hecho que el vello mude de color, y también se descubre la carne viva»

(RV-95). Los mismos términos (basar jay) se aplican a la carne cruda de un animal despellejado: «Da

carne que asar para el sacerdote; porque no tomará de ti carne cocida, sino cruda» (1 S 2.15).

Cuando se aplica a líquidos, jay quiere decir «corriente»; algo que fluye. Se usa en sentido figurado

para describir algún objeto que se mueve: «Cuando los siervos de Isaac cavaron en el valle, y hallaron allí

un pozo de aguas vivas» (Gn 26.19). En Jer 2.13, la versión LB D traduce «agua vivificante» o agua que da

חַי

dLBD La Biblia al día (1979)

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