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TEMPLO

hêkal ( 1964 , ), «palacio; templo». Esta palabra se deriva indirectamente del término sumerio

ıgal, «casa grande, palacio», y de manera más directa al acádico ekallu, «casa grande». La influencia del

ekallu acádico se esparció entre el grupo noroeste de las lenguas semíticas. En hebreo posbíblico el

significado quedó limitado a «templo». El Hekhal Shlomo («Templo de Salomón») en el Jerusalén

moderno, a falta del verdadero templo, se refiere a la sede del rabinato supremo de Israel. El vocablo se

encuentra 78 veces desde 1 S hasta Mal y con mayor frecuencia en Ez. La primera vez que se usa tiene

que ver con el tabernáculo en Silo (1 S 1.9).

La palabra «palacio» en las versiones en castellano se traduce quizás de tres palabras hebreas: hêkal,

bayit, o ˒armôn. También se encuentra en hebreo bíblico la acepción «palacio» del término sumeroacádico

hêkal. Los 15 casos tienen que ver con los «palacios» de Acab (1 R 21.1), del rey de Babilonia

(2 R 20.18) y de Nínive (Nah 2.6). Los «palacios» estaban lujosamente adornados y los que en ellos

habitaban disfrutaban de cuanto placer se les antojara; cf.: «En sus palacios aullarán las hienas, y los

chacales en las lujosas mansiones. Su tiempo está cercano para llegar, y sus días no se prolongarán» (Is

13.22 RVA). El salmista compara las jóvenes bellas con las hermosas columnas de un suntuoso «templo»:

«Sean nuestros como plantas crecidas en su juventud, nuestras hijas como esquinas labradas como las de

un palacio» (Sal 144.12). Amós profetiza que «los cantos del palacio» (Am 8.3 LBA; «cantores del templo

RVR») se convertirían en gemidos ante la destrucción del reino del norte.

Por lo general, se puede distinguir la acepción «templo» al hallarse uno de dos indicadores a

continuación de hêkal. La frase «de Jehová» después del término es el primer indicador. «Y cuando los

albañiles del templo de Jehová echaban los cimientos, pusieron a los sacerdotes vestidos de sus ropas y

con trompetas, y a levitas hijos de Asaf con címbalos, para que alabasen a Jehová, según ordenanza de

David rey de Israel» (Esd 3.10). El segundo indicador es una forma del vocablo qodesh, «santo»: «Oh

Dios, vinieron las naciones a tu heredad; han profanado tu santo templo; redujeron a Jerusalén a

escombros» (Sal 79.1). En ciertos casos el artículo definido basta para señalar el «templo de Jerusalén»:

«En el año que murió el rey Uzías vi yo al Señor sentado sobre un trono alto y sublime, y sus faldas

llenaban el templo» (Is 6.1). Es este el caso particular cuando se trata de un pasaje sobre el «templo» (Ez

41).

El Antiguo Testamento habla también del hêkal celestial, el hêkal de Dios. Es difícil saber si se

refiere a «palacio» o «templo». La mayoría de las versiones optan por la idea del «templo»: «Oíd, pueblos

todos; está atenta, tierra, y cuanto hay en ti; y Jehová el Señor, el Señor desde su santo templo, sea testigo

contra vosotros» (Miq 1.2; cf. Sal 5.7; 11.4; Hab 2.20). «En mi angustia invoqué a Jehová, y clamé a mi

Dios; Él oyó mi voz desde su templo, y mi clamor llegó a sus oídos» (2 S 22.7). Con todo, puesto que las

Escrituras describen al trono real de juicio en el cielo, no es del todo imposible que los autores originales

tuvieron en mente un «palacio» real. Las imágenes de «palacio» y de juicio parecieran estar como

antecedente del Sal 11.4–5. «Jehová está en su santo templo; Jehová tiene en el cielo su trono; sus ojos

ven, sus párpados examinan a los hijos de los hombres. Jehová prueba al justo; pero al malo y al que ama

la violencia, su alma los aborrece».

La Septuaginta usa los términos naos («templo») y oikos («casa; palacio; morada; familia»).

חֵיכָל

TENDER, ESPARCIR

paras) ( 6566 , ), «tender, extender, mostrar, encubrir, esparcir». Se encuentra tanto en hebreo

antiguo como moderno y aparece alrededor de 65 veces en el Antiguo Testamento. Figura por primera vez

en Éx 9.29: «Extenderé mis manos a Jehová». Esta actitud quizás refleja la postura apropiada para orar

según se practicaba en la Biblia (cf. Sal 143.6; Is 1.15).

פָרַש

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