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˓abôdah ( 5656 , ), «trabajo; labores; tareas; servicio». Este nombre aparece 145 veces en el

Antiguo Testamento hebraico; los casos se concentran en Números y Crónicas. Se usa˓abôdah por

primera vez en Gn 29.27: «Se te dará también la otra, por el servicio que hagas conmigo».

El significado más general de ˓abôdah se aproxima al término «trabajo» en castellano. «Labores» del

campo (1 Cr 27.26), «trabajo» diario desde el amanecer hasta la puesta del sol (Sal 104.23), y «trabajo»

en la industria de lino (1 Cr 4.21); todos estos ejemplos destacan usos que conocemos bien. Al mismo

tiempo, debe añadirse que ˓abôdah puede también ser «trabajo forzado», como el de un esclavo (Lv

25.39) o de Israel en Egipto: «Id vosotros y recoged la paja donde la halléis; pero nada se disminuirá de

vuestra tarea» (Éx 5.11).

La acepción más limitada del término es «servicio». Israel estaba al «servicio» del Dios: «Para que

sirva de testimonio entre nosotros y vosotros, y entre las generaciones que nos sucederán, de que nosotros

servimos a Jehovah, en su presencia, con nuestros holocaustos, con nuestras ofrendas y con nuestros

sacrificios de paz. Entonces vuestros hijos no podrán decir a nuestros hijos en el futuro:« Vosotros no

tenéis parte con Jehová»» (Jos 22.27 RVA). Cuando el pueblo de Dios no dependió plenamente de Él, tuvo

que escoger entre servir al Señor o a reyes humanos que les impuso «trabajo forzado» y tributo: «Pero

serán sus siervos, para que sepan lo que es servirme a mí, y qué es servir a los reinos de las naciones» (2

Cr 12.8).

Otro uso especial del vocablo tiene que ver con el tabernáculo y el templo. Los sacerdotes se

escogieron para el «servicio» de Dios: «Que guarden delante del tabernáculo de reunión lo que Él les ha

encomendado y lo que ha sido encomendado a toda la congregación, para llevar a cabo el servicio del

tabernáculo» (Nm 3.7 RVA). También los levitas tenían muchas funciones importantes dentro y en torno al

tabernáculo; cantaban, tocaban instrumentos musicales, y eran secretarios, escribas y porteros (2 Cr 34.13;

cf. 8.14). Es más, cualquier cosa, persona u objeto (1 Cr 28.13) que se asociaba con el santuario también

se consideraba al «servicio» del Señor. La forma en que hoy entendemos «culto», con todos sus

componentes, se acerca bastante al significado de ˓abôdah, «servicio»; cf.: «Así fue organizado aquel día

todo el servicio de Jehovah, para hacer el sacrificio de la Pascua y para ofrecer los holocaustos sobre el

altar de Jehovah, conforme al mandato del rey Josías» (2 Cr 35.16 RVA).

La Septuaginta traduce el término como leitourgia («servicio»); doulia («esclavitud»); ergon

(«trabajo; obra; ocupación»); y ergasia («carrera; práctica; trabajo; lucro; ganancia»).

˓ebed ( 5650 , ), «siervo, sirviente». Este nombre se encuentra más de 750 veces en el Antiguo

Testamento. ˓Ebed aparece por vez primera en Gn 9.25: «Maldito sea Canaán; siervo de siervos será a

sus hermanos», o sea, «esclavo». Un «siervo» podía comprarse con dinero (Éx 12.44) o ser un asalariado

(1 R 5.6). La declaración de la redención divina de Israel, tantas veces reiterada, es: «De la casa de

servidumbre … Jehová os ha sacado» (Éx 13.3, Heb 2.15; cf. NBE; «esclavitud», RVA, LBA). ˓Ebed también

se usaba para expresar humildad y cortesía al dirigirse a un superior, como en Gn 18.3: «Por favor, no

pases de largo a tu siervo» (RVA cf. Gn 42.10). Moisés se dirige a Dios diciendo: «¡Ay, Señor!, nunca he

sido hombre de fácil palabra, ni antes, ni desde que tú hablas a tu siervo» (Éx 4.10). El «servicio» es la

señal de los que Dios llama, como en Éx 14.31: «El pueblo temió a Jehová, y creyeron a Jehová y a

Moisés su siervo». Dios declara que: «Mis siervos son los hijos de Israel» (Lv 25.55; cf. Is 49.3). «Habló,

pues, Jehová por mano de sus siervos los profetas» (2 R 21.10). Dijo el salmista: «Yo soy tu siervo; siervo

tuyo soy, hijo de tu sierva» (116.16); es un título apropiado para todo creyente.

Muy significativo es la aplicación de «mi siervo» al Mesías en Isaías (42.1–7; 49.1–7; 50.4–10;

52.13–53.12). Israel fue un «siervo ciego y sordo» (Is 42.18–22). Por tanto, el Señor llamó a «mi siervo

justo» (Is 53.11; cf. 42.6) para que «[llevara] el pecado de muchos» (Is 53.12), «para que seas mi

salvación hasta lo postrero de la tierra» (Is 49.6).

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