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En Israel un ger, al igual que un sacerdote, no podía poseer tierras y gozaba de los privilegios del

tercer diezmo. Cada tres años el diezmo de la cosecha debía depositarse en la entrada de la ciudad ante los

ancianos para que se ditribuyera entre «el levita que no tiene parte ni heredad contigo, el forastero, el

huérfano y la viuda que haya en tus ciudades» (Dt 14.29 RVA). En el escatón tales «huéspedes» se trataban

como verdaderos ciudadanos: «Haréis el sorteo de ella para que sea heredad para vosotros y para los

forasteros que residen entre vosotros, quienes han engendrado hijos entre vosotros, y que son para

vosotros como nativos entre los hijos de Israel. Ellos participarán con vosotros en el sorteo para tener

posesión entre las tribus de Israel» (Ez 47.22 RVA). Bajo la Ley Mosaica, los extranjeros no eran esclavos

sino más bien estaban generalmente al servicio de un israelita de cuya protección disfrutaban (Dt 24.14).

Esto, sin embargo, no siempre era el caso. A veces un «huésped» era rico y los israelitas podían estar a su

servicio (Lv 25.47).

Al ger se le trataba (excepto por privilegios y responsabilidades feudales) como un israelita amparado

por la ley: «Oíd la causa de vuestros hermanos y juzgad con justicia entre un hombre y su hermano o el

forastero que está con él» (Dt 1.16 RVA); «Pero vosotros, guardad mis estatutos y mis decretos, y no hagáis

ninguna de todas estas abominaciones, ni el natural ni el extranjero que habita entre vosotros» (Lv 18.26

RVA); «Habrá una misma ley para vosotros, tanto para el extranjero como para el natural; porque yo soy

Jehová vuestro Dios» (Lv 24.22 RVA). Los ger también disfrutaban del descanso del sábado (Lv 25.6) y de

la protección divina (Dt 10.18). Dios ordena a Israel amar al extranjero como a sí mismo (Lv 19.34).

El ger podía circuncidarse (Éx 12.48) y así gozar de todos los privilegios de la religión verdadera: la

Pascua (Éx 12.48–49), el Día de Expiación (Lv 16.29), presentar ofrendas (Lv 17.8) y asistir a todas las

fiestas (Dt 16.11). Tenía la obligación de guardar todas las leyes de la pureza (Lv 17.15).

Dios dice a Israel que Él es el verdadero dueño de toda la tierra y que su pueblo, como «huésped», es

vasallo suyo (Lv 19.34; Dt 10.19). Se les advierte que deben tratar a los «huéspedes» con justicia, equidad

y amor porque, como Abraham (Gn 23.4), fueron «huéspedes» en Egipto (Éx 22.21). En casos jurídicos,

el «huésped» podía apelar directamente a Dios el gran Señor feudal (Lv 24.22).

Hay otros dos nombres relacionados con gûr que son m e gûrîm y gerût. M e gûrîm se encuentra 11

veces y se refiere «al estado o la condición de ser un huésped» (Gn 17.8) y también «al lugar en que un

huésped mora» (Job 18.19). Gerût aparece una vez para referirse también a «donde un huésped habita»

(Jer 41.17). Algunos peritos piensan que el vocablo es más bien un nombre propio que forma parte del

nombre de un lugar.

RESPONDER

˓anah ( 6030 , ), «responder, contestar, replicar». Esta raíz se encuentra en la mayoría de las

lenguas semíticas, aunque con muchas acepciones. Con el mismo significado básico de ˓anah, aparece

en ugarítico, acádico, arábigo, hebreo posbíblico y arameo bíblico. Hay que distinguir este término de otro

˓anah cuyo significado es bien diferente: «oprimir, subyugar».

Se constatan unos 320 casos de ˓anah en hebreo bíblico. Una de las dos acepciones de ˓anah es

«responder», aunque no necesariamente con una respuesta verbal. Por ejemplo, en Gn 35.3 (RVA) Jacob

dice a su casa: «Levantémonos y subamos a Bet-el; y haré allí altar al Dios que me respondió en el día de

mi angustia». La «respuesta» que menciona Jacob se encuentra en Gn 28.10ss. Basta decir que siendo

Dios el que inicia el encuentro y habla con Jacob, el peso de la comunicación recae más bien sobre la

visión de la escalera y la relación con Dios que representa. El significado es aun más evidente en Éx

19.18, donde Dios «responde» a una situación al pie del Sinaí con truenos.

Encontramos otro ejemplo de «respuesta» con acciones en lugar de palabras en Dt 20.11 (RVA). Dios

instruye a Israel que antes de sitiar a una ciudad debe demandar su rendición. Los habitantes sobrevivirán

עָנָה

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