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Como dato interesante, sarap nunca se usa en relación a «quemar» un sacrificio sobre el altar,

aunque algunas veces sirve para indicar la eliminación de desperdicios, pedazos no sacrificados y algunas

partes malas.

B. Nombres

sarap ( 8314 , ), «seres ardientes». En Nm 21.6, 8 el término sarap describe las serpientes que

atacaron a los israelitas en el desierto. Les nombra como «serpientes ardientes». La palabra aparece en Is

14.29, así como en Is 30.6, aunque se traduce simplemente «serpiente voladora».

S e rapîm ( 8314 , ), «ardiente, noble». S e rapîm se refiere a los seres ministrantes en Is 6.2, 6

y podría sugerir alguna forma serpentina (aunque con alas, manos humanas y voces) o bien seres

«fulgurantes». Uno de los s e rapîm ministró a Isaías llevándole un carbón encendido del altar.

שְרַפִים

שָרָף

QUEMAR INCIENSO

A. Verbo

qatar ( 6999 , ), «quemar incienso, provocar que el humo se eleve». La raíz principal de este

verbo aparece en acádico. Formas relacionadas encontramos en ugarítico, fenicio y hebreo posbíblico. En

hebreo bíblico nunca se usa el verbo en su raíz principal, sino solo en las raíces causativa e intensiva (con

sus respectivos pasivos).

El primer caso de qatar está en Éx 29.13: «Tomarás también todo el sebo que cubre las vísceras, el

sebo que está sobre el hígado y los dos riñones con el sebo que los cubre, y lo harás arder sobre el altar»

(RVA). Técnicamente este verbo significa «ofrecer verdaderas ofrendas» cada vez que aparece en su raíz

causativa (cf. Os 4.13; 11.2), aunque solo puede referirse a «quemar incienso» (2 Cr 13.11). Las ofrendas

se queman con el fin de que el objeto quemado se transforme en humo (esencia etérea del ofrendante), a

fin de que ascienda a Dios como olor agradable y acepto. Lo que se sacrificaba consistía en su mayoría de

alimentos comunes y de esta forma Israel ofrecía a Dios la misma vida, las labores y el fruto del trabajo.

Tales ofrendas representan tanto el acto de dar lo ofrecido como la sustitución vicaria de la ofrenda

para el que las ofrece (cf. Jn 17.19; Ef 5.2). Debido al pecado (Gn 8.21; Ro 5.12), el ser humano fue

incapaz de iniciar una relación con Dios. Por tanto, Dios mismo lo instruye en cómo adorarlo y servirle.

Dios especifica que ofrende solo lo mejor de sus posesiones y que a Él pertenece lo mejor de estas

ofrendas (Lv 4.10). Los únicos que podían ofrecer sacrificios eran los sacerdotes (2 R 16.13). Todas las

ofrendas debían ofrecerse en el lugar designado; después de la conquista de Palestina, en el tabernáculo de

reunión (Lv 17.6).

Algunos de los reyes de Israel intentaron legitimizar sus ofrendas idolátricas, en abierta violación a los

mandamientos divinos. Es por esto que la raíz causativa se usa para describir, por ejemplo, el culto

idólatra de Jeroboam: «Sacrificó, pues, sobre el altar que él había hecho en Bet-el, a los quince días del

mes octavo, el mes que él había inventado de su propio corazón; e hizo fiesta a los hijos de Israel, y subió

al altar para quemar incienso» (1 R 12.33; cf. 2 R 16.13; 2 Cr 28.4).

La raíz intensiva (que solo aparece después del Pentateuco) siempre se refiere a «falsos cultos». Esta

forma de qatar puede indicar la «totalidad del culto» (2 Cr 25.14). Por lo general, tales actos eran

idolátricos, en imitación del culto cananeo (Is 65.7). Eran cultos blasfemos y vergonzosos (Jer 11.17).

Quienes así «quemaban incienso» eran culpables de olvidarse de Dios (Jer 19.4) y la práctica en sí no

aportaba esperanza alguna a los involucrados en ella (Jer 11.12). En tono irónico, Amós dice a los

קָטַר

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