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«acrisolada» NB E ] es tu palabra [«ha superado demasiadas pruebas» NV I ]; y la ama tu siervo» (Sal 119.140

RVR; cf. Sal 18.30; Pr 30.5).

Tsarap tiene las siguientes traducciones en la Septuaginta: purao («quemar al rojo vivo»), jrusoo

(«dorar; enchapar con oro»).

B. Nombres

Hay dos nombres derivados del verbo tsarap que raras veces aparecen. Tsorpî se encuentra una vez

y con la acepción de «orfebre» (Neh 3.31). Matsrep aparece dos veces con el significado de «crisol»:

«El crisol para la plata, y la hornaza para el oro: Pero Jehová prueba los corazones» (Pr 17.3; cf. Pr

27.21).

PROCREAR, ENGENDRAR

A. Verbo

yalad ( 3205 , ), «procrear, dar a luz, engendrar, generar». Este verbo se halla en todas las lenguas

semíticas y en casi todas las formas verbales. La excepción más notable es en arameo bíblico. Si embargo,

el verbo arameo se encuentra ampliamente fuera de la Biblia. El verbo yalad está unas 490 veces en la

Biblia.

En esencia, el vocablo se refiere a la acción de «dar a luz» y a su resultado, «procrear, engendrar»

hijos. Dios maldijo a la mujer multiplicando su dolor en el parto (cf. Gn 3.16: primer caso de yalad). La

segunda acepción tiene un ejemplo en Gn 4.18, donde se registra que Irad «engendró» a Mehujael. Este

verbo también puede usarse en relación a animales; en Gn 30.39, los fuertes entre el ganado de Labán

«engendraron» crías listadas, pintadas y salpicadas.

Un tema que a menudo aparece en la historia bíblica tiene como tipo a Abraham y Sara. No teniendo

herederos, Dios les hizo una promesa y les dio un hijo (Gn 16.1, 16). Esto comprueba que Dios controla el

proceso generativo (Gn 20.17–18) y concede hijos como señal de su bendición. Los profetas se valen de

imágenes de la procreación para ilustrar el terror que sobrecogerá a los hombres en el día del Señor (Is

13.8). Oseas usa imágenes de matrimonio y procreación para describir la relación de Dios con Israel (Os

1.3, 6, 8). Uno de los pasajes que se debate acaloradamente es Is 7.14, donde yalad se usa para profetizar

el «nacimiento» de Emanuel. Por último, los profetas a veces llegan a lamentar el día en que «nacieron»

(Jer 15.10).

Yalad describe la relación entre Dios e Israel también en otros pasajes. Esta relación tiene particular

relevancia para el rey que tipifica el Mesías, el Hijo que Dios «engendró» (Sal 2.7). Dios también dice

que «engendró» a Israel como pueblo (Dt 32.18). Esta declaración contrasta marcadamente con la

aclaración de Moisés de que no fue él quien los engendró (Nm 11.12) y por tanto no quiere tener nada

más que ver con ellos.

Jeremías también se vale del mismo motivo: la «generación» de Israel por Dios. En Jer 31.20, Dios

dice que sus entrañas se conmueven por su hijo Efraín (yeled). Ezequiel desarrolla el mismo tema

alegóricamente cuando denomina a Samaria y a Jerusalén las hijas que Dios «engendró», Ahola y Aholiba

(Ez 23.4, 37).

יָלַד

eNBE Nueva Biblia Española (Cristiandad; 1975)

iNVI Nueva Versión Internacional (1995)

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