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˓anaw ( 6035 , ), «humilde; pobre; manso». El adjetivo, que aparece unas 21 veces en hebreo

bíblico, tiene estrecho parentesco con ˓anî, se deriva del mismo verbo y a veces es sinónimo. Tal vez se

deba al muy conocido intercambio entre las consonantes vaw y yodh. ˓Anaw se encuentra casi

exclusivamente en la literatura poética y describe el resultado que Dios desea cuando nos aflige,

«humildad». La primera vez que aparece, el término describe tanto la condición objetiva y la actitud

subjetiva de Moisés. Entendió que dependía totalmente de Dios: «Y aquel varón Moisés era muy manso,

más que todos los hombres que había sobre la tierra» (Nm 12.3).

PODER

עָנָו

koaj ( 3581 , ), «fortaleza; poder; fuerza; capacidad; aptitud». Esta palabra hebrea se usa en hebreo

bíblico, rabínico y moderno con poco cambio de significado. La raíz es incierta en hebreo, aunque el

verbo se encuentra en arábigo (wakaha, «derribar» y kwj, «derrotar»). Koaj, que se encuentra 124

veces, es un término poético usado con mayor frecuencia en la literatura poética y profética.

El significado básico de koaj es la capacidad de hacer algo. La «fuerza» de Sansón radicaba en su

cabellera (Jue 16.5) y no debemos olvidar que esta «fuerza» la demostró al enfrentarse con los filisteos.

Las naciones y los reyes ejercen sus «poderes» (Jos 17.17; Dn 8.24). Se puede decir que un campo tiene

koaj porque tiene o no «poderes» vitales para producir la cosecha: «Cuando trabajes la tierra, ella no te

volverá a dar su fuerza [es decir, cosecha]» (Gn 4.12 RVA: primer caso del término). Se reconoce en el

Antiguo Testamento que con comer se adquieren «fuerzas» (1 S 28.22), mientras que uno pierde sus

«capacidades» cuando ayuna (1 S 28.20): «Se levantó, comió y bebió. Luego, con las fuerzas de aquella

comida, caminó cuarenta días y cuarenta noches hasta Horeb, el monte de Dios» (1 R 19.8 RVA).

La definición anterior de koaj encaja muy bien en la descripción de Daniel y sus amigos: «Jóvenes en

quienes no hubiese ningún defecto, bien parecidos, instruidos en toda sabiduría, dotados de conocimiento,

poseedores del saber y capaces para servir en el palacio del rey; y que les enseñase la escritura y la lengua

de los caldeos» (Dn 1.4 RVA). La «capacidad» a la que se refiere aquí no es física sino mental. Eran

talentosos porque tuvieron la perspicacia intelectual de aprender los conocimientos de los babilonios, con

lo que se ganaron la oportunidad de capacitarse para ser consejeros del rey. La «fortaleza» interna se

manifiesta más durante las dificultades y frustraciones. El siguiente proverbio demuestra esta enseñanza

tan importante: «Si desmayas en el día de la dificultad, también tu fuerza se reducirá» (Pr 24.10 RVA).

Un uso especial de koaj tiene que ver con «propiedad». Las «capacidades» innatas, el desarrollo de

dones especiales y las manifestaciones de «fortaleza» a menudo conducen a la prosperidad y a las

riquezas. Los que regresaron del cautiverio dieron voluntariamente de sus riquezas (koaj) para construir

el templo del Señor (Esd 2.69). Hay un proverbio que advierte contra el adulterio porque las «fuerzas» y

las riquezas pueden tomarlas otros: «Para que no sacies con tu fuerza a gente extraña, ni vayan a dar en

casa ajena tus esfuerzos» (Pr 5.10 NVI).

En el Antiguo Testamento, Dios demostró su «poder» a Israel. El lenguaje del «poder» divino es

altamente metafórico. La mano derecha de Dios manifiesta gloriosamente su «poder» (Éx 15.6). Su voz es

«potente»: «Voz de Jehová con potencia; voz de Jehová con gloria» (Sal 29.4). Liberó a Israel de Egipto

con «poder» (Éx 32.11) y los condujo a través del Mar Rojo (Éx 15.6; cf. Nm 14.13). Defendiendo los

derechos del pobre y necesitado (Is 50.2), Dios conduce a los israelitas, un pueblo necesitado, con poder a

la tierra prometida: «El poder de sus obras manifestó a su pueblo, al darle la heredad de las naciones» (Sal

111.6). Aunque se deleita en ayudar a su pueblo, Dios no tolera la autosuficiencia en los seres humanos.

Isaías reprendió la arrogancia del rey de Asiria cuando se jactaba de sus victorias militares (Is 10.12–14),

observando que el hacha (Asiria) no debe jactarse de la mano del que la utiliza (Dios; v. 15). De la misma

manera, Dios advirtió a su pueblo sobre el orgullo cuando tomaron la tierra de Canaán: «No sea que digas

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