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entrada de su tienda» (Éx 33.8 LBA); o erguido: «Mi gavilla se levantaba y se mantenía erguida» (Gn 37.7

RVA). Tener una posición superior a otro equivale a estar «situado» o «ubicado» encima de él: «Azarías

hijo de Natán, sobre [lit. «situado o parado»] los gobernadores» (1 R 4.5). «Parar» un objeto puede

significar «erigirlo»: «Jacob erigió una piedra» (Gn 35.14 RVA). «Parar» puede además expresar «detener»;

según Sal 78.13, cuando Israel atravesó el Mar de Juncos (Mar Rojo) Dios «contuvo las aguas como en

un montón» (LBA; «un dique» RVA; «un muro» NVI). A veces es necesario «fijar o establecer» un límite

fronterizo (Dt 32.8).

˓amad ( 5975 , ), «erguirse; adoptar una posición; ubicarse; estar quieto». Fuera del hebreo

bíblico, donde se encuentra unas 520 veces durante todos los períodos, el verbo aparece únicamente en

acádico («pararse, apoyarse»). En arábigo encontramos un término que se escribe igual, pero que significa

«esforzarse».

El significado básico de este verbo es «mantenerse de pie». Es lo que quiere decir en Gn 18.8, la

primera vez que se usa en la Biblia. Es lo que hace un soldado cuando está de guardia (2 S 18.30). De este

significado básico surge la acepción «establecerse, estar inmóvil, erguirse» en un mismo lugar; las suelas

de las sandalias de los sacerdotes «descansaron» (se detuvieron sin moverse) en las aguas del Jordán (Jos

3.13). Además, el sol y la luna se detuvieron a la orden de Josué (Jos 10.13). Los ídolos se «mantienen

parados» en un solo lugar siempre inmóviles, sugiriendo que no dan señales de vida (Is 46.7). ˓Amad

puede usarse para indicar la existencia de una realidad. Mientras que en 2 S 21.18 «hubo (hayah) otra

batalla», en 1 Cr 20.4 el conflicto «se levantó» o «se suscitó» (˓amad). En un contexto cúltico

(actividades de adoración formal) este verbo tiene que ver con acercarse al altar para ofrecer un sacrificio.

Describe la última etapa de este acercamiento, «permanecer formalmente» delante del altar (en la

presencia de Dios; cf. Dt 4.11). En este contexto «pararse» no indica inmovilidad e inacción; más bien se

refiere a todo lo que se hace al ministrar delante de Dios (Nm 16.9).

En otros contextos ˓amad sirve de antónimo a verbos que indican diversas formas de movimiento. El

salmista alaba al hombre que no anda en (se comporta según) el consejo de los impíos ni se «detiene»

(sirve) en los senderos de los pecadores (Sal 1.1). Labán pidió a Jacob que, en lugar de permanecer

«parado» (estacionado, sin entrar) a la puerta de su casa, entrara (Gn 24.31). El verbo puede sugerir

«inamovible» o imposible de mover: «La casa de los justos permanece» (Pr 12.7 NVI). Encontramos otro

matiz en Sal 102.26, donde se enseña que Dios es indestructible y eterno; la creación perecerá «pero tú

permaneces [lit. «estarás siempre de pie»]» (LBA, NVI). Esta no es la inmutabilidad de quien no hace nada o

que se mantiene siempre parado en el mismo sitio, antes más bien la inmutabilidad de quien siempre

existe, una cualidad que solo Dios en su persona tiene. Todas las demás existencias dependen de Él; la

creación y todas las creaturas perecerán. En un sentido más limitado, la persona que sobrevive un golpe se

mantiene «de pie» o con vida (Éx 21.21). En contextos castrenses, «estar parado» es ser victorioso: «He

aquí que dos reyes no pudieron resistirle; ¿cómo podremos resistir nosotros?» (2 R 10.4; cf. Jue 2.14).

˓amad puede referirse al contenido o existencia inmutable de algún documento (Jer 32.14), ciudad (1

R 15.4), pueblo (Is 66.22) y culto (Sal 19.9).

A veces, ciertas preposiciones imparten a este verbo connotaciones particulares. Jeroboam «consagró»

a los sacerdotes en Bet-el; los hizo ponerse de pie, ministrar (1 R 12.32). Con la preposición «a» el verbo

puede indicar que se está en cierto lugar con el fin de realizar una tarea predeterminada. Así que Moisés

dijo que ciertas tribus «estar̆n sobre el monte Gerizim para bendecir al pueblo» (Dt 27.12). Con la

misma preposición el verbo puede adquirir un contenido jurídico, refiriéndose a: (1) el hecho de estar ante

un rey o parado delante de un juez (1 R 3.16), y (2) a la posición (literal o metafórica) que un juez asume

al pronunciar su sentencia (Ez 44.24) o cuando emite un juicio (Is 3.13; cf. Éx 17.6). Con la preposición

«antes» ˓amad se usa para describir el trabajo de un sirviente delante de su patrón; así Josué estuvo «de

pie» delante de Moisés (Dt 1.38). Lo anterior no indica inactividad, sino todo lo contrario.

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