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El término puede usarse antropomórficamente en cuanto a Dios. Pasajes como Dt 4.15–19 ponen en

claro que Dios es Espíritu (Jn 4.24) y que no tiene cuerpo como los seres humanos. No obstante, hablando

en sentido figurado se puede decir: «Ellos enseñarán tus juicios a Jacob, y tu ley a Israel. Pondrán delante

de ti [lit. «en tus narices»] el incienso y sobre tu altar la ofrenda del todo quemada» (Dt 33.10 RVA; cf. Sal

18.8, 15). La expresión idiomática «con la nariz en alto» quiere decir «altivo»: «El malvado levanta

insolente la nariz [«por la altivez de su rostro» RVR], y no da lugar a Dios en sus pensamientos» (Sal 10.4

NVI).

La forma singular a menudo quiere decir «enojo» o «ira». Esta acepción aparece por primera vez en

Gn 30.2 ( RVA): «Entonces se encendió la ira de Jacob contra Raquel». Este significado se aplica a Dios en

sentido figurado, atribuyéndole emociones humanas (antropopatismo). Dios es infinito, eterno e inmutable

y la ira es una emoción que denota reacciones cambiantes (cf. Nm 25.4); por tanto, Dios realmente no se

enoja; más bien así es como los seres humanos lo perciben (cf. Pr 29.8). Por último, el Espíritu de Dios

puede apoderarse de una persona despertando una «ira» santa (Jue 14.19; 1 S 11.6).

B. Verbo

˒anap ( 599 , ), «enojarse». Este verbo, que tiene cognados en la mayoría de las lenguas semíticas,

aparece 39 veces en todos los períodos del hebreo bíblico. El verbo aparece en Is 12.1 (RVA): «¡Te doy

gracias, oh Jehová! Aunque te enojaste contra mí».

אנַף

NECESITADO

A. Nombre

˒ebyôn ( 34 , ), «(persona) necesitada». Este vocablo solo se encuentra en ugarítico y etiópico.

Se constatan unos 60 casos del término en todos los períodos del hebreo bíblico (33 solamente en

Salmos).

El nombre se refiere en primer lugar a una persona que está materialmente pobre. Puede ser que haya

perdido la tierra de su heredad: «Pero el séptimo año la dejarás descansar, sin cultivar, para que coman los

pobres de tu pueblo, y de lo que ellos dejen, coman las bestias del campo» (Éx 23.11 LBA). Tal vez le

hayan sobrevenido tiempos difíciles (Job 30.25) y quizá le haga falta ropa (Job 31.19) o alimento (Sal

132.15).

Segundo, ˒ebyôn puede referirse a personas sin posición social y que, por tanto, necesitan

protección. Este es el énfasis la primera vez que aparece el término. Dios garantiza su protección a los que

se encuentran en una situación como esta: «No pervertirás el derecho del necesitado en su pleito» (Éx

23.6). El justo defiende a los necesitados e indefensos: «Era un padre para los necesitados, e investigaba

la causa que no conocía» (Job 19.26 RVA; cf. Pr 31.9; Ro 3.14–15). Encontramos previsiones divinas en la

Ley Mosaica, tal como devolución de tierras hereditarias (Éx 23.11), cancelación de deudas (Dt 15.4) y

previsión de préstamos para los necesitados (Dt 15.7, 9, 11).

Tercero, el nombre a veces describe la condición espiritual del hombre ante Dios: «Así dice el Señor:

Por tres transgresiones de Israel, y por cuatro, no revocaré su castigo, porque venden al justo por dinero y

al necesitado por un par de sandalias» (Am 2.6 LBA). En esta cita ˒ebyôn es un paralelismo sinónimo de

«justo» o describe una cualidad moral.

אֶבְיון

B. Verbo

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