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naqî ( 5355 , ), «inocente». Este adjetivo aparece 43 veces en el Antiguo Testamento. Un ejemplo

está en Sal 15.5 que dice acerca del hombre justo: «Ni contra el inocente acepta soborno» (RVA).

נָקִי

INSTRUCCIÓN

A. Nombre

mûsar ( 4148 , ), «instrucción; castigo; advertencia». Este nombre aparece 50 veces, la mayoría

en Proverbios. Aparece por primera vez en Dt 11.2: «Y comprended hoy, porque no hablo con vuestros

hijos que no han sabido ni visto el castigo de Jehová vuestro Dios, su grandeza, su mano poderosa, y su

brazo extendido».

Uno de los propósitos principales de la literatura sapiencial era enseñar sabiduría y mûsar (Pr 1.2).

Mûsar es disciplina y algo más. Como «disciplina» enseña a vivir correctamente en el temor del Señor,

para que el sabio aprenda la lección antes de que lo tienten y pongan a prueba: «Cuando lo vi, reflexioné

sobre ello; miré, y recibí instrucción» (Pr 24.32 LBA). Se trata de una disciplina para toda la vida; de ahí la

importancia de prestar atención a mûsar: El Antiguo Testamento se vale de muchos verbos para subrayar

la necesidad de una respuesta adecuada: «oír, obedecer, amar, recibir, obtener, captar, defender, guardar».

Asimismo, el rechazo de la instrucción queda evidente mediante diversos términos relacionados con

mûsar: «rechazar, odiar, obviar, no amar, detestar, abandonar». Cuando mûsar se imparte como

«instrucción», pero no se observa, el mûsar del «castigo» o de la «disciplina» pueden ser el paso

siguiente: «La necedad es parte del corazón juvenil, pero la vara de la disciplina la corrige» (Pr 22.15 NVI).

Prestar atención cuidadosa a la instrucción trae honra (Pr 1.9), vida (Pr 4.13) y sabiduría (Pr 8.33),

pero sobre todo agrada a Dios: «Porque el que me halla, halla la vida y obtiene el favor de Jehová» (Pr

8.35 RVA). No observar la «instrucción» acarrea sus debidos resultados: muerte (Pr 5.23), pobreza y

vergüenza (Pr 13.18); a la larga, esto indica un menosprecio a la propia vida (Pr 15.32).

La receptividad a la «instrucción» de padres, maestros, sabios o rey está directamente relacionada con

someterse a la disciplina divina. Los profetas acusaron a Israel de no recibir la disciplina de Dios: «Oh

Jehová, ¿no buscan tus ojos la fidelidad? Tú los azotaste, y no les dolió; los consumiste, pero rehusaron

recibir corrección. Endurecieron sus caras más que la piedra y rehusaron volver» (Jer 5.3). Jeremías

exhorta a los hombres de Judá y a los habitantes de la ciudad asediada de Jerusalén a prestar atención a lo

que estaba aconteciendo en derredor suyo y que se sometieran a la «instrucción» del Señor (35.13). Isaías

predice que el castigo de Dios hacia los hombres lo llevaba el Siervo Sufriente, trayendo paz para quienes

creyeran en Él: «Mas Él herido fue por nuestras rebeliones, molido por nuestros pecados; el castigo de

nuestra paz fue sobre Él; y por su llaga fuimos nosotros curados» (Is 53.5).

La Septuaginta tiene la traducción paideia («educación; capacitación; instrucción»). Este término

griego es la base de nuestra palabra pedagog#233;á, o sea, «educación del niño».

מוסָר

B. Verbo

yasar ( 3256 , ), «disciplinar». Este verbo se encuentra en hebreo y ugarítico con la acepción de

«disciplinar». La raíz no se halla fuera de estas lenguas. El vocablo aparece 42 veces en el Antiguo

Testamento; cf. Pr 19.18: «Corrige a tu hijo mientras aún pueda ser corregido, pero no vayas a matarlo a

causa del castigo» (BVP).

יָסַר

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