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pecado del padre, ni el padre cargará con el pecado del hijo. La justicia del justo será sobre él, y la

injusticia del impío será sobre él» (Ez 18.19–20 RVA).

Israel fue llevada al cautiverio por los pecados de los padres y los suyos: «Las naciones sabrán

también que la casa de Israel fue llevada cautiva por causa de su pecado. Porque se rebelaron contra mí,

yo escondí de ellos mi rostro y los entregué en mano de sus enemigos; y todos ellos cayeron a espada»

(Ez 39.23 RVA).

A pesar de la seriedad con que Dios trata la «iniquidad» dentro de la relación del pacto entre Él y su

pueblo, se le recuerda al pueblo que Él es el Dios viviente y que está dispuesto a perdonar la «iniquidad»:

«¡Jehová, Dios compasivo y clemente, lento para la ira y grande en misericordia y verdad, que conserva

su misericordia por mil generaciones, que perdona la iniquidad, la rebelión y el pecado; pero que de

ninguna manera dará por inocente al culpable; que castiga la maldad de los padres sobre los hijos y sobre

los hijos de los hijos, sobre la tercera y sobre la cuarta generación!» (Éx 34.67 RVA). Dios requiere

confesión de pecado: «Mi pecado te declaré y no encubrí mi iniquidad. Dije: Confesaré mis rebeliones a

Jehová y tú perdonaste la maldad de mi pecado» (Sal 32.5 RVA); Él también espera una actitud de

confianza y fe cuando le pedimos con humildad: «Lávame más y más de mi maldad, y límpiame de mi

pecado» (Sal 51.2).

En Is 53 aprendemos que Dios colocó sobre Jesucristo nuestras «iniquidades» (v. 6), para que Él,

herido por nuestras «iniquidades» (v. 5), justificara los que en Él creyeren: «Verá el fruto de la aflicción

de su alma y quedará satisfecho: por su conocimiento justificará mi siervo justo a muchos, y llevará sobre

sí las iniquidades de ellos» (Is 53.11 NRV).

El sentido de ˓awon abarca las dimensiones de pecado, juicio y «castigo» por el pecado. El Antiguo

Testamento enseña que el perdón divino de nuestra «iniquidad» incluye el propio pecado, la culpa del

pecado, el juicio de Dios sobre este pecado y el castigo divino por el pecado: «Bienaventurado el hombre

a quien Jehová no atribuye iniquidad, y en cuyo espíritu no hay engaño» (Sal 32.2 RVA).

En la Septuaginta el vocablo tiene las siguientes acepciones: adikia («maldad; iniquidad»);

hamartia («pecado; error») y anomia («sin ley; anarquía»). En las traducciones en castellano (sobre

todo en las protestantes) el término «iniquidad» es bastante uniforme, aunque también se encuentra el

vocablo «pecado» y términos más especializados como «culpa», «delito», «maldad» y «falta»

(particularmente en traducciones católicas).

˒awen ( 205 , ), «iniquidad; infortunio, desgracia». Este nombre se deriva de una raíz que significa

«fuerte», y que se encuentra únicamente en las lenguas semíticas nordoccidentales. El término aparece

unas 80 veces y casi exclusivamente en lenguaje profético-poético. Isaías se destaca por su uso del

vocablo. La primera vez que se encuentra es en Nm 23.21: «Él no ha notado iniquidad en Jacob, ni ha

visto maldad en Israel. Jehová su Dios está con él; en medio de él hay júbilo de rey» (RVA).

La acepción «desgracia» o «infortunio» se pone de manifiesto en las maquinaciones de los malos en

contra de los justos: «Si alguien viene a verme, habla mentira. Su corazón acumula iniquidad para sí, y

saliendo afuera, lo divulga» (Sal 41.6 RVA). ˒Awen en este sentido es sinónimo de ˒êd, «desastre» (Job

18.12). En un sentido muy real ˒awen es parte de la existencia humana, y como tal el vocablo es idéntico

a ˓amall, «trabajo», como en Sal 90.10: «Los días de nuestra vida son setenta años; y en los más

robustos, ochenta años. La mayor parte de ellos es duro trabajo y vanidad; pronto pasan, y volamos»

(RVA).

˒Awen, en un sentido más profundo, caracteriza el estilo de vida de los que no tienen a Dios: «Porque

el vil habla vilezas; su corazón trama la iniquidad para practicar la impiedad y hablar perversidades contra

Jehová, a fin de dejar vacía al alma hambrienta y privar de bebida al sediento» (Is 32.6 RVA). El ser del

hombre se ha corrompido por la «iniquidad». Aunque toda la humanidad está sujeta a ˒awen («trabajo,

afán»), hay quienes se deleitan en causar dificultades y «desgracias» para otros, tramando, mintiendo y

אוֶֶן

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