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Kabôd puede también portar un énfasis abstracto de «gloria» (u «honra») en el sentido de imponer

presencia o posición. La mujer de Finees llamó a su hijo Icabod, diciendo: «¡Traspasada es la gloria de

Israel! Por haber sido tomada el arca de Dios, y por la muerte de su suegro y de su marido» (1 S 4.21). En

Is 17.3 kabôd contiene la idea más concreta de plenitud de cosas como ciudades fortificadas, soberanía y

pueblo. Entre estas cualidades se hallan el «honor» o respeto a rango y posición. En Is 5.13 kabôd

contiene la idea de «honor» u «honra»: «Sus nobles [los hombres «honorables»] están muertos de hambre,

y su multitud reseca de sed» (RVA). Aquí, el vocablo kabôd y su término paralelo (multitud) representan a

todo el pueblo de Israel, las clases altas y la gente común. En muchos pasajes el vocablo presenta una

realidad futura más bien que presente: «En aquel tiempo el renuevo de Jehová será para hermosura y

gloria» (Is 4.2).

Hay dos matices de la palabra que expresan «honra» o «importancia» (cf. Gn 45.13). En primer lugar,

kabôd puede destacar la posición de un individuo dentro de la esfera en que vive (Pr 11.16). La «honra»

puede perderse debido a obras y actitudes erróneas (Pr 26.1, 8), o bien demostrarse mediante buenas

acciones (Pr 20.3; 25.2). El énfasis, entonces, es sobre las relaciones interpersonales. Segundo, muchos

usos del término sugieren nobleza, como por ejemplo en 1 R 3.13 que destaca la «honra» que le

corresponde a la familia real. O sea, kabôd puede resaltar la posición de respeto y distinción social del

que goza la nobleza.

En lo que a Dios se refiere, el vocablo denota una cualidad suya por la que se le reconoce. Josué

ordenó a Acán dar gloria a Dios en reconocimiento de su importancia, valor y de lo que Él significa (Jos

7.19). En este y otros ejemplos semejantes, «honrar» quiere decir hacer algo; lo que Acán tuvo que hacer

fue decir la verdad. En otros pasajes, «honrar» a Dios es un reconocimiento cúltico y la confesión de que

Dios es Dios (Sal 29.1). Algunos sugieren que en estas y otras citas, cuando el cultuante ve la «gloria» de

Dios y lo confiesa en adoración, se alaba su soberanía sobre la naturaleza. En otros pasajes, el término

señala la soberanía de Dios sobre la historia y específicamente apunta hacia una futura manifestación de

su «gloria» (Is 40.5). En fin, encontramos también casos que relacionan la revelación de la «gloria» divina

a las manifestaciones de antaño de su soberanía en la historia y sobre los pueblos (Éx 16.7; 24.16).

hadar ( 1926 , ), «honra, honor, esplendor». Hay cognados de esta palabra únicamente en

arameo. Los 31 casos en la Biblia están solo en pasajes poéticos en todos los períodos.

Primero, hadar se refiere al «esplendor» de la naturaleza: «Y tomaréis el primer día ramas con fruto

de árbol hermoso [lit., árboles de esplendor o belleza]» (Lv 23.40: primer caso). Segundo, el término es el

equivalente de vocablos hebreos como «gloria» y «dignidad». Así, hadar no significa una combinación

de atractivo físico y posición social más que una hermosura sobrecogedora. Se dice del Mesías que «no

hay parecer en Él, ni hermosura: verlo hemos, mas sin atractivo para que le deseemos» (Is 53.2 RV). La

humanidad está coronada de «gloria y honra», en las prioridades divinas y en rango (Sal 8.5). En Pr 20.29

hadar enfoca la misma idea (las señales de rango y privilegio de un anciano son sus canas). Estos casos

reflejan un tema que está presente en toda la Biblia: una larga vida es signo de bendición divina y que

resulta (a menudo) de ser fiel a Dios; en cambio, la muerte prematura es juicio divino. Cuando se aplica a

la naturaleza de Dios, hadar comunica las ideas de brillo esplendoroso, preeminencia y señorío:

«Alabanza y magnificencia delante de Él; poder y alegría en su morada» (1 Cr 16.27). Estas son las

características de su santuario (Sal 96.6) y también Dios se reviste de ellas (Sal 104.1). Este uso de

hadar tiene su origen en el concepto que se tenía de un rey o una ciudad real. Todas las cosas buenas de

David, Dios se las dio: corona de oro en su cabeza, larga vida y gloria («esplendor»; Sal 21.3–5). La

belleza y el fulgor de los reyes de la tierra proviene, generalmente, de su medio. Así, Dios dice al respecto

de Tiro: «Persas, lidios y libios estaban en tu ejército como tus hombres de guerra. Escudos y cascos

colgaban en ti; ellos te daban tu esplendor. Los hijos de Arvad estaban con tu ejército sobre tus muros en

derredor, y los gamadeos estaban en tus torreones. Colgaban sus escudos sobre tus muros en derredor;

הָדָר

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